jueves, 11 de febrero de 2016

En busca de Cabo Verde (XI)






Al grupo Simentera –liderados en su momento por el actual ministro de Cultura de Cabo Verde Mário Lúcio- siempre le distinguió, además de su calidad intrínseca, su capacidad para actualizar con estilo y criterio las armonías tradicionales de la música de su país. También el hecho de funcionar como cantera de algunas de las mejores y más personales cantantes de las islas. MARIA DE SOUSA y TÉTÉ ALINHO tienen en común una dicción que les sitúa más cerca de vocalistas de fado que de otr@s vocalistas de las islas. Aun así, su espíritu se centra fundamentalmente en el morna, consiguiendo de esa manera una aleación llamativa, resuelta con seguridad y consistencia.  “Doce guerra” es un pequeño clásico compuesto por Antero Simas (habitual en el repertorio de Mirri Lobo) e interpretado, además de por De Sousa, por la ineludible Cesária Évora, entre otros.  “Nha Terra Aonte E Aoje” venía originalmente en el cuatro elepé de Os Tubarões de Ildo Lobo, “Tabanca”, y es un morna impresionante, como casi todo lo que compuso el gran emisario de Pedra de Lume. Ambas se acomodan al particular tour de force que implica por defecto el acostumbrado registro de María de Sousa, casi de soprano.
Más grave, Tété Alinho borda con oficio y distinción dos piezas de su repertorio en solitario, en el cual suele hacerse acompañar de buenos amigos como el citado Lúcio o el compositor Armando de Pina. Canciones como “De cor a som” y sobre todo la tradicional “Chica Dinha Maninha” -el vello de punta-, volvieron a situarla entre lo más rotundo del panorama actual, igual que hiciera como voz principal del grupo madre.






LENA FRANÇA y TEREZINHA ARAÚJO también fueron “simenteras”.  La primera “amornada” por prescripción propia. Tanto que nos hemos visto obligados a escoger, además de “Nha Regresso” –del prestigioso autor Manel de Novas-, su “Dispidida cantando” haciendo honor a la tristeza de la separación, tan arraigada entre los suyos. La Araújo, por su parte, le da tanto a los ritmos en plan acústico y minimalista –el semba “Tia Xica Caioió”,  del angoleño Eleúterio Sanches- y “Tera na tchora pena” del guineano (de Guinea-Bissau) José Carlos Schwartz, uno de los compositores más requeridos del África Occidental. Terezinha incluyó estas y otras canciones en su disco “Nôs Riqueza”, reivindicando así el poder y el manifiesto hermanamiento de la parte lusófona del continente.






GARDÉNIA BENRÓS debe su reputación en gran medida al disco que se realizó en homenaje a Silvestre Pinheiro de Faria, el poeta y compositor más afamado de la isla de Brava. La coladeira “Grandeza Di Djabraba”, ya desde la letra, honra las bondades de su tierra natal, festejada con un irresistible ritmo cadencioso. “Valsa Matilde”, como su propio título indica, es un vals para lucimiento de la voz de Benrós con el espíritu del bravense flotando sempiterno en el ambiente.






Sofisticada -por el lado del jazz-pop tropical o por el del morna delicado-, ROSA MESTRE tiene público asegurado y rendido a sus evidentes aptitudes dentro de la comunidad caboverdiana en Estados Unidos, donde han certificado su eclecticismo fino e infalible. La soltura y potencia vocal pueden ratificarse escuchando “Ha Mar e Nau” y “Nha Rei”.







La penúltima sensación caboverdiana se llama JENIFER SOLIDADE –la última, me chivan, es a esta hora Assol Garcia-. En la propuesta de Solidade hay referencias en las letras a las últimas tecnologías –el álbum es gráfico en su título: “Um Click”- a ritmo de coladeira versátil –complementada con sutiles rapeados- sin necesidad de abusos con sintetizadores o vocoders –“Largam da Mon”-. También picotea de Sade, Marisa Monte –“So Minha”- o Nancy Vieira en una colección que repasa con total espontaneidad cualquier estilo, ya sea vernáculo o directamente cosmopolita.


lunes, 8 de febrero de 2016

En busca de Cabo Verde (X)







CHIQUINHO. En homenaje a la novela homónima de su compatriota Baltasar Lopes da Silva se bautizó este misterioso cantante que empezó a hacer sus armas a principios de los años setenta: Afrobeat, funaná, merengue africano, samba psicodélica o coladeira. Publicó con el importantísimo sello Discos Monte Clara, por donde también pasaron Bulimundo Sérgio, Gomes, Luis Morais, Bana, Djosinha, Paulino Vieira o Dionisio Maio. Su disco de mediados de los noventa “Moças Di Somada”, aunque irregular, contiene al menos cuatro grandes piezas. Nos hemos decidido en esta ocasión por el mid-tempo “Abelha” y el trepidante himno “Cabo Verde Que Di Nos”.

JULINHO DA CONCERTINA. Nació en 1957 en Piloncan, isla de Santiago. Practica un funaná contemporáneo muy característico, de protagonismo absoluto de la concertina –especie de acordeón; de ahí coge su apellido artístico- y una base rítmica contundente y veloz, que ha influido de mera evidente y decisiva en grupos como Ferro Gaita. Emigrante prematuro, como muchos otros músicos de las islas tuvo que subsistir a base de trabajos duros que, sin embargo, jamás le apartaron de su amor por la práctica sonora y la preocupación por la expansión allende los mares del funaná. “Emigrante” hace clara referencia a su experiencia como tal. Y no se asusten: a pesar de sus piezas suelen rondar los diez minutos, la intensidad y frescura de las mismas se disfruta como si duraran menos de la mitad.







JORGE HUMBERTO. Mindelo -São Vicente-, 1959. Uno de los mejores compositores contemporáneos, dotado de una especial sensibilidad y talento, más allá de estilos y modas, con especial preocupación por las letras. Comenzó en el grupo Progresso a principios de los ochenta, siguió trabajando con gente como Vasco Martins, y todo ello a medida que se iba convirtiendo en un autor muy requerido por sus colegas compatriotas. Como tantos, comenzó grabando con pocos medios y mucho sintetizador, consiguiendo maravillas pop como “Na Buton de Roserinha” o “Zulinha”; cuando el presupuesto daba para más músicos y medios en general también ha facturado discos increíbles y elegantes como “Identidade”.

ISLAND BOYS. Desconocido combo que practicaban, allá a principos de los noventa, un fino y pegadizo funaná de milimétrica síncopa y límpido contratempo. También le daban al morna atmosférico, pero nos hemos decantado por “Dor Di Nos Mãe” (que da título a su único álbum conocido) y “Bô ê Nha Solução”. Osea, por lo más bailable e irresistible.







JORGE SOUSA. Recurre a un repertorio mayormente clásico (B. Leza, Luis Morais, Franck Cavaquinho), además de poner palabras a muchas de las composiciones del histórico trompetista Morgadinho. Sousa es un defensor a ultranza del morna más místico. Todo ello encapsulado en su disco de 1998 “Sinal d’ amor”. “Mi na tradição” y “Djoca” son las elegidas.

OS PECOS BAND. El grupo liderado por el carismático Gau Salgado siempre ha fluctuado entre el electro-funaná y el kizomba. Instalados desde hace años en Estados Unidos –Brockton, Massachusetts-, forman desde principios de los noventa una de las células artísticas caboverdianas más importantes de Norteamérica, territorio clave para entender la emigración y posterior asentamiento de aquella comunidad en el exterior. “Carga Pisado” y “Cabo Verde Di Noz” –la segunda da título a su segundo álbum, de 1994- son las dos piezas clave de su cancionero.







OS CONQUISTADORES. Otro grupo del que se tienen muy pocos datos: apenas que publicaron un disco en 1994 –“Traidora”- dentro de la nómina del ineludible sello del franco-caboverdiano José Da Silva, Lusáfrica. Os Conquistadores poseían la caja de ritmos más vertiginosa del panorama local de la época, hecho demostrado en cualquiera de las ocho piezas de su álbum. “Odio Di Mi” y “Falé Sabe” destacan por su desatado instinto afro-pop y apego a la piel sintética.


FORTINHO. ‘O Rei do kizomba’ caboverdiano. Su disco “Bela Morena Criola” fue uno de los de más éxito en las noches de Mindelo y Praia a mediados de los noventa entre oriundos y visitantes. Fortinho Tavares siempre desprende simpatía y seducción. “Robera” y “Bela Morena Criola” son los dardos más certeros de su repertorio, que suele alimentar a álbum por año (un caso bastante atípico en la escena de su país, dadas las dificultades atávicas de muchos músicos de las islas para grabar siquiera alguna vez en la vida).



sábado, 6 de febrero de 2016

En busca de Cabo Verde (IX)






LEONEL ALMEIDA. São Vicente, 1952. Ya ha finales de los sesenta forma el grupo Birds junto al músico-para-todo-y-para-todos Paulino Vieira. Más tarde se convirtió en el enésimo integrante de Voz de Cabo Verde, la troupe alrededor de Luis Morais. Aunque anunciara de manera oficial su retirada en 2010, Leonel ha participado después en diferentes homenajes y ha retornado con diferentes proyectos musicales. Su disco “Caminho do mato” de 1985 es toda una epopeya en torno a la coladeira, mezclada con funk, kizomba o salsa y escoltada por rotundas secciones de viento. Si no sienten nada con bombas de la categoría de “Guintche” o “Tempestade” es que, francamente, están muertos.






KINGS. Grupo de São Vicente formado en 1971. Permanecen en activo, ostentando la orgullosa marca de ser la formación caboverdiana más longeva de la historia, contando entre sus miembros originales con el mismísimo Paulino Vieira. Adscritos en un principio al funaná, fueron ensanchando sus influencias con el tiempo hacia el samba, el funk y otras hierbas. Su líder, Dany Mariano, también se unió a la nómina de compositores de los que echó mano Cesária Évora –en concreto cedió su “Vida Tem Um So Vida” para el disco de la diva “Miss Perfumado”-. De su aclamado disco de 1979 “Faroest” elegimos la canción que da título al disco (todo un himno en su país) y el reggae-pop “Ana Matá Tchuk”.






MANUEL DE CADINHO. Nacido en la pedanía de Chaminé –en el término de São Domingos, isla de Santiago-, comenzó su carrera musical en 1977. Emigró a Portugal en los años ochenta, bregándose en esos días como multi-instrumentista especialmente dotado para la guitarra. Y para la voz, especialmente melosa y seductora. Sus creaciones han sido cantadas por gente como Évora, Jacqueline Fortes, Cordas do Sol, Salif Keita o el nigeriano Tony Allen. De su disco “Si Agu Mar Bira Grogo” son especialmente remarcables sus merengues “Fronta Ku Sábi” y “Preto Pizara”.







CARLOS POP. Vocalista de los geniales Black Power, dio sus primeros pasos en la música a finales de los años 70. Como su apellido artístico indica, su concepción de la música abarca un mundo de interacciones entre la tradición de su tierra natal y las posibilidades del circuito occidental. Comprometido hasta la médula (“Cabo Verde Levanta” o “1º de Maio” son dos de las piezas de combate más recordadas de su repertorio), aun así nosotros hemos querido confiar su participación con “Praia de Caiao” –que da título genérico a todo un álbum- y “Preciso saber”, ésta más orientada a la especulación amorosa y el twist mediterráneo.





GALAXIA 2000. Soca extraterrestre y coladeira cósmica para una de las obras maestras indiscutibles de nuestra tierra favorita: “Peso di sodade “(1982) consta de ocho maravillas que combinan con tino y alegría sintetizadores campestres y psicodelia contagiosa. El festejo por la liberación de las cadenas imperialistas en “Povo di Nôs Terra” y la sodade de cadencia despreocupada de “Kancão Tristo” son dos ejemplos cualesquiera de la maestría de este combo para desplegar riesgo, lucidez rítmica y finura melódica en cada compás. Alucinantes.

DUDU ARAÚJO. Natural de Mindelo, Eduino Teixeira Araujo es uno de los grandes crooners de São Vicente, como demuestra el impepinable morna “Nha Visão” que da título genérico a su disco más representativo, de 1985. Tremendamente versátil –“ Tchál Két”, por ejemplo, no esconde un apego hacia ritmos cercanos a la rumba, en conveniente hibridación con el funk y el Caribe-. Amigo desde muy pronto de figuras como Tito Paris, acabó formando parte de una de las alienaciones de Kings hasta centrarse en una carrera en solitario que continúa en muy buena forma actualmente.






NANDO DA CRUZ. Bautizado como Fernando Gonçalves da Cruz, nació en São Vicente en 1965. Como Teófilo Chantré o Mayra Andrade, pertenece a la facción caboverdiana –ya sea nativa o descendiente- afincada en Francia. Autor fetiche de Cesária Évora o del legendario Morgadinho, este filántropo preocupado por el bienestar de la infancia de su país se lanzó desde sus inicios -mediados de los ochenta- al morna más electrónico y la coladeira más sofisticada, dando como resultado hits fulgurantes como “Baiana” -que daba título a su primer disco- o “Coração Perdido”, incluido en el mismo disco de 1987.