Más que palpable (y para bien) ha sido la progresión del enigmático Sam Sparks al frente de su proyecto unipersonal Gumshoes, desde el centro de operaciones que se le presupone en Birmingham. De su primer lp -hace menos de dos años- titulado genéricamente "Mister Antigravity", con el resuello folk-punk a lo Pogues en primer plano -no exento de bisoñez-, a este "Cacophony" -el tercero ya, eps intercalados aparte- desenvuelto, fresco y mucho, mucho más refinado.
Partiendo de un concepto hilarante -las desventuras de una hipotética orquesta punk en tiempos del post-grunge que, pese al ninguneo total, se niega aún a tirar la toalla-, dedica cada una de las ocho canciones pertenecientes al álbum a la experiencia y reflexión de (y sobre) cada uno de sus componentes ficticios. En el tratamiento de las mismas adquiere un protagonismo fundamental el piano sintetizado -pero clasicista-, especialmente cadencioso en "The Real Thing" -recuerda a TV Girl despojados de electrónica- o en la muy trepidante "Nobodies". Todo ello con una fogosidad típicamente británica -Madness o los Dexys Midnight Runners de "Too-Rye-Ay" no andan muy lejos-, aunque en momentos como "One Fine Specimen" nos recuerde vocalmente más a Cathal Coughlan que a cualquier otro bregador de aquel Reino Unido. O, como bien me apunta Miguel Pacific a "un cruce entre los Bitter Springs y They Might Be Giants": escuchando la propia "Cacophony" o "Clair De Lune 2" detecto descaradamente tanto la flema de los primeros como la sana informalidad de los segundos, sin duda. Hay hasta espacio para juguetear inesperadamente con deliciosos ritmos de samba chiptune en "Low Fantasy" para que el festín sea completo, reconstituyente.
Bendito pop excéntrico.
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