miércoles, 9 de octubre de 2013

Wally Tax




Esto del Nether-pop resulta cada vez más interesante. Los holandeses, como tal vez sólo los suecos, son maestros a la hora de interiorizar las influencias anglosajonas y hacerlas parecer propias de Londes, Nueva York o Brisbane. En cualquier época que se nos ocurra, por lo que parece. A los nombres de Fay Lovsky, Gruppo Sportivo, la primera Mathilde Santing o The Nits añadimos la figura de Wally Tax. Líder de The Outsiders, una de las formaciones mejor consideradas dentro del territorio del garage y la psicodelia más iconoclasta fuera de ámbito anglosajón, ya en vida de aquellos inició una carrera en solitario fascinante –sobre todo en su primera época- y ‘guadianesca’ sólo apta para paladares exquisitos.





“Love In”, de 1967, fue su debut y su obra más reconocible. Como The Outsiders, Wally no se quedaba sólo a una carta. Tocaba muchos palos y casi siempre con una sensibilidad sólo al alcance de unos pocos. Más orientado al baroque-pop –pero sin muchas de las ínfulas grandilocuentes y huecas del género-, cabían influencias de la chanson –“You don’t have tos ay you love me”-, del country-pop –“The Dream”-, del mantra crooner –“You Didn’t Call Me”- o del beat –“Standing At The Cross Roads”- untadas todas ellas con letras sencillas de gran calado emocional -“Let’s forget I Said”-. Las caras bés no se quedaban atrás. Impresionantes como “I Won´t To Feel Alone”, preñadas de castañuelas en su arranque como en “You Don´t Have To Tell”. No le hacía falta impostar la voz, sonar aguerrido o desgarrado para conmover y encantar con unas melodías deliciosas, profundas y entrañables, acompañado de precisos arreglos de viento y de cuerda para conseguir el pretendido efecto romántico.





Después pasa a formar parte de unos efímeros Tax Free con los que perpetra un álbum homónimo impregnado del soul acústico. No sería hasta 1974 cuando publicaría el segundo, “Wally Tax (Ain´t No Use)”.  Son los tiempos de la resaca del glam, y eso se tiene que notar de alguna manera en unas guitarras más incisivas, en primer plano, como en el caso de “It Ain´t No Use” o “Are you worried?”. “It´s About Time” sirve, entre otras cosas, para respirar fuerte y elevarte más allá del mundanal ambiente. La sensualidad espaciosa de “It Feels So Right”, con esos coros sofisticados, induce por el contrario al espasmo. También hay candor high school –“Save Some For Me”-, predestinado ante todo a celebrar –“Miss Wonderful”-, baladas arrebatadoras –“She’s As Lovely As A Breeze”-, más country –“Perfection”-, medios tiempos de rock’n’ roll –“Take Me For What I Am”- y sunshine pop. Muchas y variadas referencias de nuevo, como venía siendo norma.





En “Tax Tonight”, sólo un año después, Vladimir Tax arranca con un ímpetu casi inédito en su trayectoria –“It´s Too Late”, “Ain´t No Fun To Me”- para seguir con aires de crooner marsellés –“She (Went Like She Came)”-. Tanto fuera de época –“It’s Raining In My Heart” parece más bien de la década anterior- como adelantándose al pop tropical que vendría después –“No Love At All”-, pero siempre capaz de arrobar corazones. Exhuberancia rítmica –“This Girl Is Mine”, “Everybody Needs Somebody”- y espartanas maravillas –“Party Is Over”-.




Las siguientes apariciones del holandés –ya convertido estéticamente en una especie de cordial hechicero o chamán marginal- estuvieron marcadas por escasas grabaciones desperdigadas en singles –“Let’s Dance” a la cabeza-, las esforzadas producciones de nuevos valores y dos álbumes finales muy espaciados en el tiempo. Desgraciadamente “Springtime In Amsterdam”, en el estertor de los ochenta, nos devolvió a un Wally Tax falto de frescura e inventiva, limitándose a un trabajo de blues contemporáneo correcto a nivel de sonido pero exento de canciones memorables. “The Entertainer” (2002), tres años antes de su muerte -acaecida casi en el más vergonzante de los anonimatos incluso en su propio país-, permanece inédito en nuestros oídos.

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