Esto del Nether-pop resulta cada vez más
interesante. Los holandeses, como tal vez sólo los suecos, son maestros a la
hora de interiorizar las influencias anglosajonas y hacerlas parecer propias de
Londes, Nueva York o Brisbane. En cualquier época que se nos ocurra, por lo que
parece. A los nombres de Fay Lovsky, Gruppo Sportivo, la primera Mathilde
Santing o The Nits añadimos la figura de Wally Tax. Líder de The Outsiders, una
de las formaciones mejor consideradas dentro del territorio del garage y la
psicodelia más iconoclasta fuera de ámbito anglosajón, ya en vida de aquellos
inició una carrera en solitario fascinante –sobre todo en su primera época- y
‘guadianesca’ sólo apta para paladares exquisitos.
“Love In”, de 1967, fue su debut y su obra más
reconocible. Como The Outsiders, Wally no se quedaba sólo a una carta. Tocaba
muchos palos y casi siempre con una sensibilidad sólo al alcance de unos pocos.
Más orientado al baroque-pop –pero sin muchas de las ínfulas grandilocuentes y
huecas del género-, cabían influencias de la chanson –“You don’t have tos ay you love me”-, del country-pop –“The Dream”-, del mantra crooner –“You Didn’t Call Me”- o del beat –“Standing At The Cross Roads”- untadas
todas ellas con letras sencillas de gran calado emocional -“Let’s forget I Said”-. Las caras bés no se quedaban atrás.
Impresionantes como “I Won´t To Feel
Alone”, preñadas de castañuelas en su arranque como en “You Don´t Have To Tell”. No le hacía falta impostar la voz, sonar
aguerrido o desgarrado para conmover y encantar con unas melodías deliciosas,
profundas y entrañables, acompañado de precisos arreglos de viento y de cuerda para
conseguir el pretendido efecto romántico.
Después pasa a formar parte de unos efímeros Tax Free con los que perpetra un álbum homónimo impregnado del soul acústico. No sería hasta 1974 cuando publicaría el segundo,
“Wally Tax (Ain´t No Use)”. Son los tiempos de
la resaca del glam, y eso se tiene que notar de alguna manera en unas guitarras
más incisivas, en primer plano, como en el caso de “It Ain´t No Use” o “Are you
worried?”. “It´s About Time”
sirve, entre otras cosas, para respirar fuerte y elevarte más allá del mundanal
ambiente. La sensualidad espaciosa de “It
Feels So Right”, con esos coros sofisticados, induce por el contrario al
espasmo. También hay candor high school –“Save
Some For Me”-, predestinado ante todo a celebrar –“Miss Wonderful”-, baladas arrebatadoras –“She’s As Lovely As A Breeze”-, más country –“Perfection”-, medios tiempos de rock’n’ roll –“Take Me For What I Am”- y sunshine pop. Muchas y variadas
referencias de nuevo, como venía siendo norma.
En “Tax Tonight”, sólo un año después, Vladimir
Tax arranca con un ímpetu casi inédito en su trayectoria –“It´s Too Late”, “Ain´t No Fun To Me”- para seguir con aires de
crooner marsellés –“She (Went Like She
Came)”-. Tanto fuera de época –“It’s
Raining In My Heart” parece más bien de la década anterior- como
adelantándose al pop tropical que vendría después –“No Love At All”-, pero siempre capaz de arrobar corazones.
Exhuberancia rítmica –“This Girl Is Mine”, “Everybody Needs Somebody”- y
espartanas maravillas –“Party Is Over”-.
Las siguientes apariciones del holandés –ya
convertido estéticamente en una especie de cordial hechicero o chamán marginal- estuvieron
marcadas por escasas grabaciones desperdigadas en singles –“Let’s Dance” a la cabeza-, las esforzadas producciones de nuevos valores y dos álbumes finales muy espaciados en
el tiempo. Desgraciadamente “Springtime In Amsterdam”, en el estertor de los
ochenta, nos devolvió a un Wally Tax falto de frescura e inventiva, limitándose
a un trabajo de blues contemporáneo correcto a nivel de sonido pero exento de
canciones memorables. “The Entertainer” (2002), tres años antes de su muerte -acaecida casi en el más vergonzante de los anonimatos incluso en su propio país-,
permanece inédito en nuestros oídos.
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