El funaná es el estilo musical
por antonomasia del campesinado y las clases más humildes de los
núcleos urbanos de las principales ciudades de Cabo Verde. Apoyado desde su
origen fundamentalmente en el acordeón y en una percusión “a cuchillo” sobre algún
objeto metálico, poco a poco fue evolucionando y ampliando su paleta expresiva
con instrumentos eléctricos y tecnológicos.
Uno de sus principales -y primeros- artífices fue el guarda forestal CODÉ DI
DONA (1940-2010) -cuyo nombre también admite variar sensiblemente la grafía
de la C a la K-, intérprete de al menos tres álbumes con o sin grupo detrás. En
el primer caso y en un disco como “Kode Di Dona's Funana” (1996) se advierten
esas raíces primigenias del estilo en todo su esplendor: texturas áridas y
sinuosas bajo un cielo sofocante de ritmos sincopados y discurso melódico irregular:
todo un desafío para los pulcros oídos de cualquier aficionado del primer
mundo. Gregório Vaz (nombre real) como involuntario baluarte que debería ser del
verdadero sentido del término “anti-folk” según el prisma occidental. Sin
embargo, para esta ocasión hemos incluido en el sampler correspondiente dos
piezas más digeribles incluidas en su disco homónimo de 1997: “Pomba” -cuyos
coros nos recuerdan poderosamente a los Talking Heads de “The Great Curve” o
“Houses in Motion”- y “Teresinha”, ambas bendecidas con acertados bajos
musculosos. Codé Di Dona es a São Domingos lo que Faustino Oramas “El
Guayabero” a Holguín, allá al otro lado del océano: una respetada y señera
figura local que funde la hilaridad y la picardía de las historias del terruño
con acordes rudos y garganta ufana.
Los praianos OS TUBARÕES de Ildo Lobo (ver ‘En
busca de Cabo Verde I’, cuando incluíamos a Lobo en solitario en el primer
recopilatorio) fue el primer combo destacado tras la ansiada descolonización de
Portugal. Practicaron todo tipo de estilos (además de funaná se bregaron en la
coladeira, el morna y el pop internacional) y armaron una admirable y muy consecuente
discografía que quizá tenga en “Djonsinho Cabral” -su segundo elepé, publicado
en 1979- el punto más álgido de su discurso, aunando tradición y atemporalidad
sonora de la manera más efectiva posible. No obstante, hemos elegido dos
canciones de su disco final, “Porton D'nos Ilha” (1994), dos coladeiras
trepidantes como son “Mula Mansa” –ilustrativa muestra de costumbrismo
literario apegado a las volcánicas superficies que conforman muchos de sus
pueblos- y “Tunuca”, más sofisticada y reivindicativa, celebrando de manera
exuberante la emancipación nacional. Lobo aunaba de alguna manera el físico de
Juan Luis Guerra con la desbordante retórica de Renato Russo.
Un punto de inflexión en la
historia del funaná fue BULIMUNDO.
Formados a finales de los setenta, revolucionaron el género ya en los ochenta
añadiendo guitarras eléctricas y demás cacharrería contemporánea a sus
esquemas. Liderados por su añorado guitarrista Katchás, flirtearon –a su
manera- con el art-rock, la música de baile anglosajona y el post-punk de
raigambre “étnica” gracias a la utilización de acordes energéticos no muy
alejados de lo que hoy conocemos como ‘jangle’, lo que dio a su obra una
versatilidad pasmosa y rica en matices. He seleccionado las dos primeras
canciones de su obra maestra, Êxodo (1983), donde en muchos de sus cortes no
suenan nada alejados en planteamientos “mestizos” de propuestas de la época como
los primeros Ciudad Jardín, los Coyotes de “Mujer y sentimiento” –“Di Modis Ki”- o los citados Talking Heads. Una orquesta fundamental y siempre sorprendente.
La escisión más sonada de
Bulimundo fue FINAÇON, el grupo
liderado por los hermanos ZECA y ZEZÉ DI NHA REINALDA, dos de los
primeros cantantes de los de Katchás. Como éstos u Os Tubarões, consiguieron un éxito tremendo tanto en su país como en otros más o menos con los que los une un profundo hermanamiento –caso de Guinea-Bissáu-. Finaçon tienen en “Horizonte” (1985) y sobre todo “Dotorado” (1989) los larga
duración más definitorios de su carrera. El funaná “eléctrico” se hace con
ellos definitivamente más expansivo, llegando a su plena normalización. He
incluido de ellos hits tan incontestables como “Indifido” o “Si Manera”,
forrados con teclados ‘verbeneros’ absolutamente irresistibles, y con la
vigorosa voz de Zeca Di Nha Reinalda por bandera, todo un portento expresivo.
De los hermanos he escogido
también dos canciones (por artista) de sus respectivas carreras en solitario.
De Zezé tanto la festiva “N Ka Kulpadu” como el morna-vals “Mundu Mas Bunitu”
(esta segunda con una intro que haría palidecer a los grupos de pop siniestro
de la época en que se publicó: finales de los ochenta), dando muestras de un
infatigable y siempre mudable talento afro-pop.
Zeca Di Nha Reinalda, toda una
estrella en su país –considerado merecidamente ‘O Rei do Funaná”- tiene ya una
larga trayectoria al margen de los fenecidos Finaçon, desembocando en un
electro-funaná lindante con la música ‘dance’ al uso (“Engana Deus”), de bases
martilleantes, sensibilidad ‘pop’ y plenitud verbal.
Para cerrar, algo alejado del
funaná pero que aun así comparte algo del desparpajo de Zeca Di Nha Reinalda en
lo que respecta al maridaje de ritmos caboverdianos y música de baile
cosmopolita. MARIZIA (DO ROSARIO),
que está más cerca de otros estilos como el zouk o el kizomba, fue a finales de
los noventa y principios del nuevo siglo la auténtica sensación caboverdiana en
las discotecas de las islas. Dance-pop insolente y meridianamente comercial que
tiene en “Daily”, de 2003, su disco más celebrado e irrebatible. Colmado de
hits potenciales (entre Fantcha y Kylie Minogue) y prístinos arreglos synthpop,
“Cabeça No Ar” (incluida en el disco citado) sería el más rotundo. Para
acompañar “Taõ piquenin”, canción estrella que diera título genérico a su
anterior disco: para gente sin complejos.
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