¿Es DJOSINHA el más brasileño de los artistas procedentes de Cabo
Verde?. Le delata la pronunciación y esas exquisitas versiones seleccionadas con mucho mimo de los cancioneros de artistas del otro lado del charco, como el
maestro sambista Paulinho Da Viola. Precisamente hemos escogido la lectura que José Duarte (nombre real de Djosinha) hizo del “Coração Volgar” del carioca en 1963
junto con A Voz De Cabo Verde, uno de los conjuntos musico-vocales más
importantes del país en aquellos años. Todavía en activo y en plena forma, Duarte
tuvo que dejar su otra gran pasión, el fútbol, por una accidente fatal en el
tendón de Aquiles.
El Conjunto Voz de Cabo Verde
(junto con Paulinho Vieira) también están detrás –como grupo de acompañamiento y
arreglista respectivamente- de SÉRGIO
GÓMES, notable compositor que navegó entre la coladeira y el morna más
apegado a la canción melódica. “Sozinho” destaca por un solo de trompeta
inconmensurable y ese romanticismo a flor de piel en forma de ‘sodade’ que
parece volatilizarse a cada instante.
Discos Monte Clara fue un sello
crucial que albergó a muchos de los artistas más interesantes de las islas,
caso de Bana, Sérgio Gómes, Luis Morais (miembro de Voz de Cabo Verde) o el
propio Djosinha. También a DIONISIO MAIO,
que dejó para la posteridad un par de álbumes editados a principios de los ochenta y hoy en día considerados de culto. Influido por el funk, la coladeira y el funaná, ha sido
recientemente rescatado por Alma Negra, uno de los colectivos europeos más
comprometidos con el mestizaje total, tanto en sus recopilatorios para Sofrito Records
(donde se incluye el inédito de Maio “Corpim Sabe” en diferentes versiones, a
cual más excitante) como en sus propias creaciones. La citada remezcla es un
cóctel explosivo, pero el resto de canciones (con un sonido más acústico) no se quedan atrás,
lo cual, unido al misterio que rodea a este músico de un talento que casi se
puede palpar, le otorga la etiqueta de joya oculta para paladares refinados y
amantes desbocados de la pista de baile más inteligente.
FRANK DE PINA tiene una dilatada carrera desde sus inicios en
Os Vulcánicos -competidores folk de Os Tubarões- a principios de los setenta.
En los ochenta inicia su carrera en solitario donde da rienda suelta a todo
tipo de sonoridades: morna, reggae, zouk, coladeira y pop de toda la vida. Por ahí sigue.
El compromiso abiertamente
político tiene en TULIPA NEGRA uno
de sus principales estandartes. No hay más que escuchar “Viva F.A.R.P.”
(homenaje a las “Forças Armadas Revolucionarias do Povo” que combatieron con
todo por la independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde con el fin de liberarse
de las cadenas portuguesas), a ritmo de merengue infeccioso y teclados alucinógenos.
NHÚ DE PED’BIA fue otro valiente y poco conocido artista que
mezcló a mediados-finales de los ochenta tambora y funaná con sintetizadores. Imparable
y pegadizo desde el primer compás.
Por último FERRO GAITA, uno de los grupos más importantes del último funaná.
Han devuelto el acordeón a primera línea de actualidad, recuperando de paso un
sonido más clásico que prescinde por completo del maquillaje tecnológico para
dotar al baile una intensidad y vibración irrebatibles desde una perspectiva más
electro-acústica y orgánica: fiesta asegurada.
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