En el momento de escribir estas líneas no tengo del todo claro todavía cuánto tengo que remontarme para dar con un disco de Michael Head (The Pale Fountains, Shack, entre otros) que me llenara tanto, y a primera escucha, como este "Loophole". En principio está claro que, como mínimo, desde "...Here's Tom with the Weather" (2003) no notaba una brisa tan reconstituyente en las, por otro lado, acostumbradas partituras del de Liverpool. Otros días pienso que es lo mejor y más bonito que ha escrito desde "Zilch", el debut de Shack en el lejanísimo 1988.
¿En qué se basa por tanto este súbito entusiasmo? Las guitarras están más bajas -o atemperadas- de lo que últimamente es habitual (y eso, por lo general, suele estar muy bien). Los arreglos de viento (junto con los de cuerda) vuelven a adquirir un protagonismo sustancial. Todo suena felizmente más contenido -que no apagado, como ocurría de alguna manera en el "Waterpistol" del 95-, pero a la vez con brillantez y espaciosidad. La rémora brit-pop, que hizo por momentos naufragar discos como "H.M.S. Fable" o incluso el muy apreciable "The Corner of Miles and Gil" a base de caracoleos baggy algo molestos y anacrónicos, en "Loophole" se obvia excepto en algún retazo puntual.
Las trompetas fronterizas (más del lado de México) en "Ciao Ciao Bambino" vuelven a traernos a los Love más soleados, como en los tiempos inmejorables de Pale Fountains. Al lado más estadounidense -esto es: más country-pop- remiten "Tout Suite!" o "Merry-Go-Round".
Y cuando parece que el disco va a caer en una marmita psicodélica de complicada resolución en "The Human Race", viene la traca final a partir de la magnífica "You Smiled at Me" -pop barroco de primer orden-, y ya seguirá imperial hasta la última nota del disco. Y estamos hablando de más de la mitad del mismo. El folk prístino y emocionante de "Connerama" -sobre un amor un tanto turbio y prohibido-, el carrusel music-hall de "You're a Long Time Dead" -saludos a los Kinks-, la breve pero arrebatadora perla bacharachiana "Naturally It's You" y una "Coda" con unos coros deliciosos que parece salir de un montón de nubes para concluir. Con, imagino, la sombra del malogrado baterista Iain Templeton (Michael Head & the Strands, Shack) flotando en el ambiente.
Dolor transformado en Arte glorioso.
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