viernes, 7 de junio de 2024

Tiflis Transit, "A Thought Is Not A Feeling"

 




Nombre un tanto cacofónico el de este grupo alemán liderado por el cantante y teclista Fabian Till -inventor de la aventura- y el guitarrista Birk Buttchereyt que hay sumar a los de otros proyectos centroeuropeos de rabiosa actualidad -como el caso de los suizos como Klaus Johann Grobe, ya destacados en este blog- que combinan texturas aterciopeladas de pop elegante con espasmos controlados heredados tanto del krautrock como de uno de sus herederos, el post-punk. De hecho, Till reconoce en alguna entrevista su admiración por los Grobe -sobre los que han tomado nota de por dónde evolucionar-, al punto de citar el debut de estos como uno de sus discos favoritos de siempre.

Más pistas a tener en cuenta: Cate Le Bon también se cuenta entre las preferencias de Tiflis Transit, y desde luego que en este su debut "A Thought is Not a Feeling" se percibe ese mismo regodeo en las maneras arties angulosas bajo celofán pop que tanto gusta de desplegar la británica. Y si ya nos dicen que les encantaría colaborar con la estupenda Alice Phoebe Lou, el interés por ellos queda completamente justificado.






La primera pieza, "A.M.", es con diferencia la que ostenta más nervio, recuperando ese sonido a medio camino entre Au Pairs, A Certain Ratio y los Gang of Four menos punk, mostrando a la vez la patita del jazz cinético que se va a desarrollar en el resto del álbum.
La fibra más intimista toma carta de naturaleza con "Two Out". Aquí, como en "Misunderstandings / Consolations", Fabian Till despliega un falsete muy a la manera de Sade, dejando para "Things That Don't Work in RL" el apósito de Donald Fagen post-"Gaucho", vía Video Age. En todas ellas me los imagino improvisando con tiento en el local de ensayo hasta dar con el estribillo circular adherente que da sentido y luz a sus texturas.

En el tramo final se vuelve a recuperar cierto tono abrasivo del comienzo. "The Braker" ejemplifica esto tomando el camino contrario: de la seda de la primera mitad de la canción a las pinceladas oscurantistas 'concrète' del funk más desquiciado de los setenta de la segunda, dando paso a "Overstretch" y su smooth-soul retrofuturista, espolvoreando su perfume más allá de la última nota del disco, deseando dejar el asunto en repeat para volver a coger energía con "A.M."

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