domingo, 28 de julio de 2024

La Búsqueda, "Luz, Arena y Llanto"

 




La única vez que he visto a La Búsqueda en directo fue 2005, varios meses después de la publicación del que, hasta hace bien poco, era su último disco, el extraordinario "Los Penitentes". El concierto fue en el madrileño barrio de Carabanchel -muy cerca, por cierto, de donde vive actualmente quien esto escribe-, en una discoteca llamada La Sala (hoy La Sala Live, centrada en la programación de baile latinoamericano).

Entonces éramos no más de cuatro personas viéndolos. Algunas más si contábamos a los camareros. Había casi más gente subida al escenario que debajo del mismo: era una estampa desoladora contemplar a un grupo con la contrastada personalidad de los de Xisco Albéniz defender sus fenomenales canciones con tan nula capacidad de convocatoria. Por ello llega hasta a sorprender más bien poco el que el grupo mallorquín, en 2024 y de cara a la presentación de "Luz, Arena y Llanto" (Espora-Belamarh), haya decidido prescindir -al menos de momento- de algo parecido a una gira de presentación.

Se pierde en la noche de los tiempos el recuerdo de que La Búsqueda, allá por 1988 -coincidiendo con la publicación de su primer disco, el mini-lp de título homónimo- fue una de las grandes promesas del panorama nacional, apostando por una corriente que en ese momento se bautizó como rock latino, y que tenía en Los Coyotes, Radio Futura, Mestizos, Claustrofobia o los propios La Búsqueda a sus más insignes representantes. Tanto fue así que algún ejecutivo francés se fijó en nuestros protagonistas y los isleños llegaron a tener su chance durante un tiempo en el país galo. Y es que lo tenían prácticamente todo para triunfar: un sonido particular donde se fundían los sonidos mexicanos con la añoranza mediterránea, unas letras perfectamente construidas -con la influencia de autores de la generación del 27 en el punto de mira- y una temperatura pasional a prueba de bombas, pero a la vez sin falsos aspavientos.






Sin embargo, su deslocalización respecto a los grandes centros de dominio -Madrid o Barcelona- y una actitud siempre insobornable y poco dada a concesiones gratuitas les acabó marginando en las promociones, se vieron desubicados con la llegada a España del mortífero indie-rock cantado en inglés y empezaron una peregrinación por sellos dispares -de Tres Cipreses, donde publicaron los dos primeros, fueron pasando por Blau o Grabaciones en el Mar-, espaciando cada vez más sus discos.

Cuando parecía que no volveríamos a tener noticias suyas, aparece por sorpresa el quinto álbum "Luz, Arena y Llanto" (peretiano título), con su malditismo redoblado: 19 cortes donde se incluyen siete interludios, dos canciones antiguas regrabadas para la ocasión -"Buenaventura", que estaba incluida en el primer disco, y "Toda mi alma", que venía en "La Rueda de la Fortuna", de 1991-. A efectos prácticos quedan, por tanto, aproximadamente 10 canciones inéditas contantes y sonantes, a falta de otras cuatro inéditas cuya inclusión está prevista para una edición en vinilo doble de cara a finales de año.

No lo han puesto especialmente fácil: la duración de todo el material hace demasiado dilatada la escucha -pero no porque en la actualidad haya menos paciencia, que también: en los noventa también "Luz, Arena y Llanto" habría parecido un disco algo interminable- aunque, aun así, las mejores armas de La Búsqueda siguen intactas y recargadas para solaz de su exiguo grupo de seguidores.

Siguen incólumes sus arreglos fronterizos, recios y aterciopelados, ya sea hundiendo el alma bajo tierra -estremecedora la línea donde cantan "Siempre habrá una luz" en "Los Mineros"- o en el cielo -"Veracruz"-, casi siempre ahítas de trompetas chisporroteantes, junto a suntuosos instrumentos de cuerda como el violín o la viola. Influjos de Ry Cooder -"Interludio-102"- y del spaguetti western -"El desierto de tu soledad", "La Montaña"- a los que se añaden aires hindúes -"Interludio- "London Curry", "Luz, Arena y Llanto"- orientados a replicar los momentos más exóticos del "Sgt. Pepper's". Hay, curiosamente, hasta un tema en inglés de folk sobresaliente ("Underneath"), con la voz de la mandolinista Beatriz Calderón, quien se ha ocupado también de la letra.

Por último, destacar todo el apartado gráfico del disco, gracias al pintor Rafael Adrover: en un grupo que nunca se distinguió por diseños y portadas dignas de mención, "Luz, Arena y Llanto" marca la excepción, tanto en el envoltorio como en el libreto interior, gracias a un cuidado y refinado planteamiento cromático.

domingo, 21 de julio de 2024

Frank Joshua, "Turn to Your Soul"

 




¿Ha llegado el momento de las grandes joyas generadas por IA? Quizá sea aún muy pronto para decirlo. Mientras, trataremos de deshacer el pequeño entuerto que se ha erigido alrededor de "Turn to Your Soul", del misterioso Frank Joshua.

De momento, sí que parece bastante claro que la portada del álbum está producida por Inteligencia Artificial. El intento -bastante patoso- de perfilar esa especie de hombre-cebra así lo demuestra.  No obstante, transmite hasta cierto punto una sensación de enrarecimiento, de atmósfera inquietante que casa bastante con la orientación de las canciones: las percusiones de sabana africana de "Patent Leather Car", en este sentido, serían su mejor reflejo.

Detrás de la marca Frank Joshua se encuentra Simon Pitkeathley (mismo nombre que el que ostenta, todo sea dicho de paso, cierto político londinense), alguien de quien oficialmente no se conocen fotos hasta ahora y concede entrevistas un tanto triviales ocasionalmente. Así lo tiene estipulado voluntariamente: según él, el objetivo es ir a la contra de la sobreexplotación de la imagen actual, donde el artista de turno nos puede llegar a mostrar casi diariamente su intimidad, en un momento en que el enigma alrededor de un músico ha quedado en la práctica borrado de la faz de la Tierra. Todo ello ha hecho disparar las especulaciones: portada generada automáticamente, artista sin rostro... ¿nos encontramos ante un producto automatizado y creado por una máquina?






En principio no lo creo. El disco está lo suficientemente bien construido, tiene la suficiente coherencia (también en las letras, algo que se achacaba como talón de Aquiles de la IA) que no parece un experimento destinado a comerse el mercado de modo subrepticio por la puerta de atrás. Los "ruidos" de algunas pistas de voz -como, por ejemplo, al final de "Winter Cowboy"- hablan más de cierta precariedad doméstica en la grabación -edita la independiente Numen Records- que de perversas operaciones de marqueting. Simplemente ha ocurrido que la irrupción de Frank Joshua y su legítima estrategia han coincidido con el auge de estas nuevas formas de manipulación sonora, y sus reticencias a dar la cara de manera explícita han originado tan solo -muy limitados- momentos para cierta controversia.

Yendo más en concreto al disco, es estimulante el arranque con "Wonderful You", y ese tono de pop electrónico apocalíptico tan caro a (qué casualidad) Depeche Mode, cobayas en esto de las pruebas con IA. "Bluebell Wood", la más single, se orienta en esencia a los acordes kurtweillianos a los que ha recurrido tantas veces Marc Almond -favorito de Joshua-. Esa guitarra española también le emparenta con las inquietudes "exóticas" del Soft Cell. Algo parecido que con "Bluebell Wood" pasa en "You Are All I Need", solo que algo más orientado al dance-pop.






El pop de altos vuelos onda Prefab Sprout/Pet Shop Boys se percibe en "Seeking to Hide". Hablando de Paddy McAloon: al escuchar "Millonaire" y su proceso de entrenamiento con la voz, no podemos si no acordarnos del recitado espacial de "One of the Broken" -del que también tomo buena nota Sondre Lerche en "Patience"-, para continuar con parecido almíbar en "Turn to Your Soul" o "Kiss", y con tono far-west en "Winter Cowboy" como ocurría en "The Gunman".

El tono de crooner desaforado se emplea en la parte final, con el fantasma de Billy Mackenzie presidiendo la muy conmovedora "Victim", o la reminiscencia de Simon Warner o el holandés Thomas Azier, a flor de piel, en "On this Night".

Más allá de polémicas y/o comentarios dados a todo tipo de suposición, "Turn to Your Soul" se erige como un disco más que recomendable: palpitante e infalible en sus (muchas) sugerencias.

sábado, 6 de julio de 2024

Fogo Fogo, "Fladu Fla" (2021)

 




El histórico dirigente bisauguineano Amílcar Cabral encabeza, desafiante -entre otras figuras como José Afonso, Tim Maia o Lee 'Scratch' Perry-, la portada del debut de este combo portugués empeñado en reglorificar los tiempos audaces de la escena caboverdiana del funaná eléctrico de principios de los años ochenta del siglo pasado. 

Ya el nombre del conjunto es proclive a diferentes connotaciones, tanto por sus implicaciones con la orografía volcánica de las islas como por los latidos de la lucha armada que conectan con el motivo principal de la carátula. 

"Fladu Fla" -que estaba previsto publicarse en lo más crudo de la pandemia, y que por ello tuvo que retrasarse un año y medio- no da tregua en sus diez efervescentes cortes. La ejecución, además, es concentrada, sin ningún tipo de regresión ni floritura gratuita: directa al noble propósito de hacer mover los cuerpos en el cráter de los deseos. Se trata de refinar al máximo las enseñanzas de Bulimundo, con los registros de los hermanos di Nha Reinalda en el punto de mira -aquí son Danilo Lopes y David Pessoa quienes se alimentan directamente de su rastro-. Trepidantes, las tonadas de Fogo Fogo funden las reivindicaciones históricas por desprenderse del yugo colonial o las añoranzas tras la diáspora con los teclados urgentes, los coros celebrativos y las guitarras licuadas al máximo.
Lástima que en su continuación, "Nha Rikeza" (2024), se haya perdido por el camino mucha de la precisión y lucidez de este estreno.




Ambiciosos virajes de acordes -se lleva la palma en este sentido la extraordinaria y compleja "Dxam Fica na Bô 0"- y una persistente apelación al ritmo contaminante alcanzan de sobra el objetivo de resucitar hasta al más reticente a mover las caderas.  "Fladu Fla" es el mejor disco de baile de lo que llevamos de década.

jueves, 4 de julio de 2024

Precious Bloom, "Consequences" (2023)

 




El álbum de este dúo de Jakarta puede parecer que no es gran cosa, pero si nos molestamos en darle unas cuantas vueltas descubrimos una pequeña colección de canciones realmente divertida, con una capacidad para la ironía (no sé muy bien si de forma voluntaria o totalmente inconsciente) más que saludable. Es un soplo de aire fresco dar con este tipo de proyectos donde se desprenden unas ganas irremediables de pasárselo bien, libres de casi cualquier prejuicio, que consiguen involucrarte casi sin querer.

Cada uno de los cortes es una experiencia diferente pero, tomados en su conjunto, malvadamente coherente. Primero con el boogie de la intro "Dawn the of the Eclipse", después con el balearic sound de "Teka Teki Asmara" -esa audaz melodía de voz de Adinda Dwimadasari, a medio camino entre Taeko Ohnuki y Wham!, y que nos mete de lleno en un verano utópico- para pasar a continuación al post-disco onda ZE Records de "Jazeneah" y su insistente línea de bajo sintetizado, aquí a cargo de la otra mitad, Aradea Barandana.






"Bila Malam Telah Tiba" es italo-disco ladeado a la vertiente más romántica y cabaretera de los años ochenta, girando de nuevo el volante para hacer "Trip to Bahamas", un instrumental que nos redirige sin rodeos al "Camino del Sol" de Antena. "Close to You", la mejor del lote, vuelve a contar con una melodía de postín en perfecta comunión con la electrónica de saldo -esas elementales percusiones programadas-, el vocoder capcioso y los acordes de atardecer paradisiaco. Un segundo instrumental de post-samba caribeña cierra este chispeante periplo que te soluciona las horas de más asfixiante calor con una destreza casi imperceptible.






"Flashlight" y "Mojo" son las dos nuevas canciones que acaban de estrenar: suenan más profesionales -y, por tanto, con un encanto más cuestionable-, avanzando sin mirar mucho atrás hacia ese post-lounge cromático con un pie en el eurotrash y otro en el trópico inabarcable. ¿He dicho ya que me parecen un encanto?.

lunes, 1 de julio de 2024

Julia Kwamya, "Feel Good About Feeling Bad" (2021)

 




Hay artistas actuales que remueven en el interminable legado de los años ochenta para recrear sin gracia sus distintivos sonidos -pero con aparente maña para emular sus tics-, y las hay que, con mimbres similares crean algo imperecedero, hipnótico y resistente a cualquier tiempo. 

En el segundo bloque encontramos a la estadounidense de ascendencia ghanesa Julia Kwamya, que hasta hace un lustro se guarecía bajo el apelativo de Germans, y que tras un grave accidente en 2019 que marcó un antes y un después en su vida, ha acabado firmando con el nombre que aparece en su documento de identidad, para debutar con este mini álbum que, a día de hoy, aún no tiene continuación.

"Feel Good About Feeling Bad" hacía clara referencia a ese estado de superación que sigue a un momento de shock tan terrible -y a otros anteriores, los rumiados previamente-, a esa manera de expiación que acontece tras concretar por fin una colección de canciones que a punto estuvo de quedar, societariamente, en el limbo. 
El disco, yendo al grano, se amoldaba sin miramientos en el sophisti-pop de los años ochenta -recuerden: mezcla de sensualismo, arreglos electrónicos sin empachar y nocturnidad turgente- y aunque los nombres que más nos vienen a la cabeza para tratar de describirlo son Sade -sobre todo- y Everything But the Girl, la neoyorkina Julia Kwamya conseguía redimensionar esas influencias para evitar el remedo impersonal, sonando todo con una frescura y descaro no solo de agradecer, sino de subrayar.






La desarmante "Cruel" ("You could stand to see me cry") y la post-tropical "Wonderhow"-sobre desacralizar promesas de las que suele ser difícil escapar- ya databan del lejanísimo 2013 en las mismas versiones que aquí se incluyen, demostrando que el concepto -un tenue r&b curiosamente mucho más pálido que negro, con unas bases más electro-pop que smooth soul- estaba más que predestinado desde los tiempos de Germans. El arranque de "Anne + Cats 4EVA" (sobre las relaciones tóxicas, verdadero leivmotiv de este trabajo, con el ego como pleonasmo estrella) recordaba al de "Ride" de Prefab Sprout, y "Hideaway" -la melodía más Tracey Thorn- era el corte más impetuoso y funk, con un parón casi al final realmente espoleante. El rastro de "Diamond Life" se lo quedaba "Delusions", con ese estribillo de mar abierto, rebosante de melancolía ("Will I crumble if I go to these places that I'm made of").

Para la edición física -tanto en 1o como en 12 pulgadas- se incluyó un corte oculto, "Little Red", con un saxo solitario de resaca dominando el entramado y otro estribillo categórico haciendo dique en la baza más ambiental del listado.

2024 nos ha traído una nueva canción de Kwamya, "Say Yes", algo más escorada a la indietrónica de soul desnudo y libérrimo. ¿Será esto el adelanto de un inminente nuevo álbum?. Los fans del pop cosmopolita -como se entendía hace ya cuarenta años-, que tantas esperanzas han puesto en la responsable del magnífico "Feel Good About Feeling Bad" andan haciendo cábalas al respecto, en bucle.