Judith Leyster, "Card Players by Lamplight" (1633)
Let no lamenting cryes, nor dolefull teares,
Be heard all night within nor yet without:
Ne let false whispers, breeding hidden feares,
Breake gentle sleepe with misconceived dout.
Let no deluding dreames, nor dreadful sights,
Make sudden sad affrights;
No let housefyres, nor lightnings helpless harmes,
Ne let the Pouke, nor other evill sprights,
Ne let mischievous witches with theyr charmes,
Ne let hob-goblins, names whose sence we see not,
Fray us with things that be not.
Let not the shriech Owle, nor the storke be heard:
Nor the night Raven that still deadly yels,
Nor damned ghosts, cald up with mighty spels,
Nor griesly vultures make us once affeard:
Ne let th'unpleasant Quyre of Frogs still croking
Make us to wish theyr choking.
Let none of these theyr drery accents sing:
Ne let the woods them answer, nor theyr eccho ring.
Que ni gritos de lamento, ni tristes lágrimas,
se oigan en la noche dentro o fuera;
ni que traidores susurros, que temores ocultos alimentan,
alteren al noble sueño con erradas dudas.
Que ni sueños engañosos, ni horribles visiones
nos sobrecojan de pronto con tristeza;
que ni los fuegos del hogar, ni daños inútiles de los relámpagos
ni el Trasgo, ni otros espíritus malvados,
ni las maliciosas brujas con sus encantos,
ni los malignos duendes, nombres cuyo sentido no tenemos
nos espanten con cosas que no existen.
Que ni la Lechuza ni la Cigüeña sean oídas,
ni el Cuervo de la noche que con quietud grita a la muerte,
ni los fantasmas malditos llamados por conjuros poderosos,
ni los buitres feroces, nos asusten una vez sola;
que el desagradable Coro de las Ranas con su canto
no nos haga desear el que se ahoguen.
Que no cante ninguno de estos acentos temibles,
que no les respondan los bosques, ni de su voz sean el eco.
Traducción de Santiago González Corugedo, Cátedra
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