Como ocurre con precursores, espíritus afines como Remy de Gourmont (tras conectar lecturas recientes y casi paralelas, casos de “Relatos sombríos. Historias mágicas” de Remy y el que titula esta entrada), la prosa corta de Apollinaire contiene una variedad de registros realmente admirable, caja de sorpresas cada vez que uno finaliza un relato y acude a ver por dónde saldrá el siguiente, a pesar de que cualquiera de ellos forme parte de un todo conceptual de lógica interna. Es el caso de “El poeta asesinado”, aventuras y desventuras de un joven Don Juan (especie de trasunto del propio Apollinaire), fruto de una accidental estirpe, venido al mundo en mitad de un coloquio y aquejado de un mal ubicuo y endémico: la Poesía, que hará funcionar como arma en una confrontación entre arte y ciencia, difícilmente reconciliables. Penosa existencia canjeada en mal de amores que no desaprovecha el espectáculo burlesco y el humor negro.
Más momentos destacables y que aparecen después del relato principal: “El adiós de una sombra” o la quiromancia impalpable a través de esa extensión que nos persigue toda la vida. Si la perdemos estamos predestinados. No olviden estar atentos y llevarla siempre encima, pues. “La novia póstuma”, que se anticipa a la ley posterior en Francia en la que se permite el matrimonio entre vivos y muertos. Otra cosa es que esa fuera la intención del protagonista, sorprendido por unos padres realmente caprichosos en su de por sí delirante intención. “El ojo azul” o la presencia inquietante de un órgano solitario que aparece por los pasillos, vivo o muerto, acechante o impasible, todo sea por crear un cuadro ambiguo con el fin de hacer multiplicar las interpretaciones. Y el amor ‘fou’ de “Santa Adorata”, mártir por accidente y reconvertida en objeto de veneración, dejando en evidencia la credibilidad de los expertos en reliquias religiosas.
Hay, como ya se anunció al principio, muchas más facetas, pero las aquí representadas parecen las más logradas y precisas, dentro de una obra especialmente entretenida y reveladora (con jugoso prólogo que se adentra en una biografía no menos significativa), pese a esta edición –que incluye el poemario “Alcoholes”- de áspera apariencia.