¿Qué tienen en común The
Raincoats, Beat Happening o Daniel Johnston? Exacto: todos ellos son artistas reivindicados por
la crème de uno de los movimientos no solo más nefastos de la historia de la
música popular, sino también uno de los más sobrepasados por el tiempo. Estoy
hablando del grunge, evidentemente. Además, he citado adrede estos tres
ejemplos porque siempre me han parecido especialmente sobrevalorados en
términos generales, independientemente de quién les cite.
La cosa se pone especialmente sangrante cuando todos aquellos a
quienes se les llena la boca con los nombres arriba indicados ningunean a los
Frogs o directamente desconocen su existencia. El grupo de los hermanos Flemion
(Jimmy y Dennis) puede considerarse otro de esos grupos fetiche de los chicos y
chicas de la camisa de leñador: oscuros, independientes, con un punto friki e
imprevisible. Si a esto le añadimos una especial predisposición por parte de
los de Milwaukee a colaborar o acompañar a algunos de aquéllos que les
reivindican (The Breeders o los grotescos The Smashing Pumpkins, por sacar a
colación solo un par de casos), resulta extrañamente sintomático que no sean
más mencionados por los alternativos de postal.
¿Será por sus letras abiertamente provocadoras, por su retorcido
sentido del humor –generalmente impío- o por su profundo activismo homosexual?.
Lo cierto es que tienen muchas papeletas para haberse convertido en objeto de
culto entre quienes añoran las cassettes inaudibles, los chistes esquinados o
el sonido guarro ‘à la page’. Quizá precisamente por eso es hora de defender
con todos los honores su disco más limpio, comercial y melódico: el primero de
todos –si descontamos sus primeras cintas autoeditadas-, de título homónimo y publicado
igualmente con los exclusivos medios del grupo.
Tocado y producido íntegramente por los Flemion es necesario situar
“The Frogs”, más que en la órbita del rock americano del momento, al lado de
otros exponentes de la psicodelia pop al otro lado del charco. Paul Roland,
Robyn Hitchcock, Colin Lloyd Tucker, The Chrysantemums, Cllive Pig, The King Of
Luxembourgh, Cleaners From Venus y hasta los XTC menos sobreproducidos estarían
de alguna u otra manera en las coordenadas del disco. Melodías ‘victorianas’
–“"And So You're the King"- new wave vs. folk –“"C-R-Y"-
pop veraniego –"Layin' Down My Love 4 U", "I'm a Jesus
Child"-, hard rock jocoso –“F’d Over Jesus”- son algunas de las irresistibles
facetas que podemos encontrar dentro de las magníficas piezas que, siempre
basculando entre la brevedad y la eficacia armónica, y haciéndose acompañar de
precisos arreglos de teclado, xilófono o cuerdas programadas, componen el álbum
-al parecer grabado con especial mimo durante un buen montón de meses-.
No volverían a acercarse a las excelencias de este disco
prácticamente hasta llegar al final de su carrera en 2012, año en que Dennis es
encontrado ahogado en un lago donde solía ir a pasar los fines de semana. Son
los discos póstumos “Squirrel Bunny Jupiter Deluxe” y “Count Yer Blessingsz”
que bien valen su atención gracias a la frescura recuperada.
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