miércoles, 14 de agosto de 2019

The Vels, “Velocity” (1984)





Alice Cohen es una compositora, cantante y videoartista afincada actualmente en Nueva York pero proveniente de Filadelfia y a la que contemplan cuarenta años de trayectoria imprevisible y tenaz. En este 2019 ha publicado un muy interesante “Artificial Fairytales” -bajo el nombre de Alice Cohen & The Channel 14 Weather Team-: de alguna manera el regreso al pop refinado y heterodoxo que marcó a fuego sus primeros pasos en el negocio musical. Como indica su bandcamp, Cohen tuvo la suerte de disponer de una cuidada educación -hija de músicos de jazz- y desde temprana edad estuvo influida por el inevitable philly sound, como atestigua su fugaz intervención en el proyecto Alice Cohen & Fun City (a los que les dio tiempo a publicar al menos una canción, “Save The Best For Last”, en el recopilatorio disco “Breakout” de 1979) y la escritura en 1982 de un éxito menor del sello Atlantic como el “Deetour” de su paisana Karen Young.






Pero lo mejor vendría a continuación: Alice (en esta época rebautizada con el apellido DeSoto), junto con el ex-The Normals (efímero punk buzzcockiano desde Nueva Orleans) Charles Hanson y Chris Larkin formaría The Vels, publicando tan solo dos álbumes para pasar después a mejor vida. “Velocity”, el primero de ellos, es testigo privilegiado de toda una época: pop de consumo en apariencia intrascendente destinado a colarse como fuese en la vorágine de las impenitentes listas de éxitos de mediados de los años ochenta. Y tenían muchas papeletas para triunfar: publicado en una major como Mercury y producido por el jamaicano Steve Stanley, uno de los chamanes tras la mesa de mezclas del mejor post-punk-disco del momento (Tom Tom Club, Lizzy Mercier Descloux, Ian Dury, The B-52’s), “Velocity”, escuchado treinta y cinco años después, no decae ni por un momento (juega con la ventaja de ser un disco corto de apenas 8 canciones): arranca con todo un rompepistas como “Tell Me Something” –entre The Belle Stars y Madonna-; la siguiente, “Secret Garden”, por tempo y arreglos es ineludible asociarla a otro éxito incipiente como el “Cruel Summer” de Bananarama. Es mayormente tecno-pop (guitarras postergadas a canciones puntuales y muy de fondo, como corresponde a un producto así) con ribetes melódicos de funk aguado y r&b juguetón –“Coming Attractions”-; tímidos rapeados -"Look my way" - y certidumbre new wave –“Day After Day”- sin digresiones ni ángulos muertos: ‘stranger things’ con denominación de origen.







The Vels estiraron la aventura –reducidos a dúo- con un “House Of Miracles” (1986) que palidece ante la espontaneidad y clarividencia del debut, con lo que imaginamos una rescisión de contrato por bajas expectativas financieras y recogida de trastos no sin antes darse el gustazo de oficiar de teloneros en la gira americana de aquel año de The Psychedelic Furs (con los que no pegaban ni con cola, todo sea dicho de paso). Entonces es cuando nuestra DeSoto volvió a ser Cohen para reciclarse en oportunista embajadora del (glups!) college-grunge con Die Monster Die. Pero esa es otra coyuntura, definitivamente olvidable. Ahora vive una tercera juventud: graba regularmente con su nombre bajo la promiscuidad editorial indie y justamente ha sido en la actualidad cuando ha tenido a bien, a través del citado “Artificial Fairytales”, de refrescarnos la memoria y hacernos viajar inconscientemente a “Velocity”, un sinóptico disco de pop comercial perfecto en su militante funcionalidad. ¿Cuándo lo veremos reeditado?