lunes, 24 de junio de 2024

Nancy Vieira, "Gente"

 




El sexto disco de la cantante de Guinea-Bissau Nancy Vieira -alineada emocional y espacialmente con Cabo Verde- está hecho para un tipo de oyente en claras vías de extinción. 14 canciones para escuchar con calma, lejos del fragor de la reproducción efímera y voluble, dotando al concepto de música popular de su talante más puramente artístico y, sin entrar en contradicción, cotidiano. Un dispositivo, sin embargo, para dar cabida a la pura supervivencia, como indica de alguna manera la fadista y co-productora del álbum Amélia Muge -de quien Vieira adapta al criollo parte de su "Rosa Sábi"- en el texto introductorio del libreto que acompaña al cd, para "criar o que nos faz falta".

Para ello Nancy se vuelve a arropar de algunos de los grandes compositores del archipiélago, caso del Simentera Mário Lúcio (principal suministrador), de los legendarios B.Leza y Ano Nobo, de Teófilo Chantre -recupera su "Donna Morna", incluida originalmente en la primera grabación del de São Nicolau- o de Luis Firmino, pero también de la citada Amélia Muge (desde Portugal) o del senegalés Remna, entre otros. Con todos ellos está asegurada la depuración melódica y espiritual, pero también el acicalamiento instrumental, enriquecido electro-acústicamente con fundamento.




Fluyen el morna y la coladeira proverbiales -atención, adscrito a la segunda, a ese "Dia Funçon" y el pellizco eléctrico de Jorge Cervantes-, que se confunden según el caso con ciertos aires de compás sonero -"Nove Kretxeu"- o con los aromas puramente portuarios que proporciona el acordeonista Luciano Maia en cortes como "Singa" o "Sabu". También hay espacio para el epidémico funaná, como en el caso de "Ta Cundum Cundum", interpretado a medias con los cantantes del combo portugués Fogo Fogo, auténticos recuperadores contemporáneos de este baile-canción por cosas como "Fladu Fla" (2021), uno de los discos "perdidos" más extraordinarios de la presente década. Sin olvidar el "Fado Crioulo" de los brasileños Alexandre Lemos y Fred Martins que el segundo ya incluyó en su disco "Ultramarino" (2021), y que en "Gente" incorpora la voz del fadista António Zambujo, toda una institución moderna en el género.

Serena y correspondida: "Encanta mundo ku bo voz tão melodiose, natureza generosa"

miércoles, 19 de junio de 2024

Cómo la no-violencia protege al Estado, de Peter Gelderloos

 





"Ningún derecho se ha conseguido pidiéndolo por favor" es una máxima que siempre irrita a reformistas, posibilistas, y demás fauna bienintencionada que, casi todo el tiempo, se deja toda su capacidad transformadora en gestos inanes o conductismos aquiescentes con los cuales plantarse a negociar -normalmente en franca inferioridad potestativa- frente al régimen de turno. Dotar de sentido, justificación y ejemplos prácticos una frase así -u otra de tipo similar- y demostrar por qué el pacifismo suele ser una etiqueta muy cómoda para las élites y para quienes blindan jerarquías y desigualdades galopantes es el objetivo del escritor y activista estadounidense Peter Gelderloos a lo largo de "Cómo la no-violencia protege al Estado".

En un contexto como el actual donde la supuesta pax dei mundial sigue saltando por los aires -solo que ahora, desde la atalaya del "primer" mundo la volvemos a ver resquebrajarse mucho más cerca-, donde las supuestas corrientes transformadoras -reformistas, socialistas, verdes, comunistas de Estado- son marionetas desechables en manos de los grandes emporios y lobbys reaccionarios (cuando no juegan obscenamente a aliarse con estos), es más que necesario poner sobre la mesa la futilidad de las iniciativas de la socialdemocracia rendida y colaboracionista que se nos vende a diario como la única alternativa al tiburón financiero, al carcamal ultra y al explotador ecofascista.

Partiendo de la base irrefutable de que los Estados ostentan los monopolios de la violencia, hacer "política amable", consensos de moqueta, etc. no solamente es forcejear capitulando desde el principio, sino participar calladamente de una violencia sistémica que siempre va a beneficiar al capitalista, al vil conservador y al energúmeno parlamentario, además de mantenerlo en su estatus por comparecencia testimonial, miedo o respeto a las buenas maneras por parte de las fuerzas "del cambio".






La versión popular de esta decisión "entregista" es el pacifismo, que tiene en el slogan fatuo de la "no-violencia" su acomodo para ir recolectando las victorias pírricas (a menudo puros espejismos transformadores) con las que saciar a los estratos de la sociedad en pos del mantenimiento del cacareado Estado del Bienestar o de la paz social que eluda la confrontación con quienes apenas tienen interés en renunciar a sus privilegios, a sus chantajes y a su protección a través de los cuerpos y fuerzas de represión del Estado, diseñados en primer término para el control y disciplinamiento de las clases subalternas.

"La no-violencia -como una práctica exclusiva- no es un método de lucha, sino un intento de pacificación apoyado por aquellos cuyo trabajo es el de reprimir la lucha (...) la realidad inevitable del conflicto social"

"El criterio principal que utilizan los activistas no violentos para decidir con quién trabajan no es el compromiso afín a los objetivos revolucionarios, sino el compromiso compartido con la no-violencia". Es decir, la pose ensimismada de una utopía arcádica frente a la reevaluación profunda de las relaciones de poder mediante serios contrapesos que hagan temblar literalmente a los guardianes de la nación.

"Si un movimiento no constituye una amenaza hacia un sistema basado en la coerción y la violencia centralizadas, y si ese movimiento no realiza y ejecuta el poder que lo convierta en una amenaza, no podrá destruir ese sistema", ya que "la élite no puede ser persuadida a través de llamadas a su conciencia". Justo lo que están invocando en la actualidad izquierdistas de "nueva política" a través de pantomimas jesuíticas en los medios de comunicación y en otras manifestaciones públicas.

Si se quiere dar la vuelta completamente a la historia, que es inopinadamente injusta, castradora, brutal e inmisericorde, no solo no vale con meras intenciones y discursos embellecidos de cara a la galería, es necesario un despliegue de múltiples estrategias (que deben ser, según el momento, tanto violentas como no-violentas), pues de la conjugación de todas ellas solo puede desembocar un proceso emancipador real. No puede ser que unos tengan las bombas, las porras y la intimidación como lenguaje universal, y otros a cambio confronten con retórica y sentadas. El que tiene todos los dispositivos para dominar la situación no dará nunca su brazo a torcer a no ser que sienta el aliento de una contrapropuesta inflexible y certera en su pretensión revolucionaria.

La no-violencia, dice Gelderloos, es eminentemente racista: "se niega a reconocer que estos esquemas solo funcionan para la gente blanca privilegiada, que tiene un estatus protegido por la violencia, como perpetradoras y beneficiarias de la jerarquía que la ejecuta". El activista no violento, blanco y letrado, empleará el tono paternalista con los demás consistente en que las revueltas violentas no conducen sino a más represión, a que como mínimo el problema se encasquille. Son los mismos que patrocinaron las 'primaveras de colores' -los Santiago Alba Rico de turno y compañía, auténticas comparsas ideológicas del imperio yanki-, que terminaron o por agravar los problemas o por abrir ventanas de oportunidad a especuladores y demás soldados de fortuna. Lo de estos teóricos post-marxistas no es más que forma de colonización desde las metrópolis acomodadas, solo que con un halo cool, 'enrollado'. "Esta idea de lo ineludible de las consecuencias represivas en la lucha, frecuentemente va más allá de la hipocresía llevando a la 'criminalización de la víctima' y la aprobación de la violencia represiva".






Los pacifistas, en mayor medida, no hacen más que el 'trabajo limpio' al Estado: "pacificar a la oposición. Los Estados, por su parte, desaniman a la fuerza contenida dentro de la misma e incitan a la pasividad". En esta reflexión también se incluye al movimiento no violento feminista, que cae a menudo en la "feminización de la pasividad""También es una forma de aprender a sentirse desamparadx (...), aquellos que disienten, (...) no deben usurpar unos poderes que pertenecen exclusivamente al Estado (como el poder de la autodefensa)". Toda protesta que no se haga por cauces "democráticos", a través de la burocracia, serán considerados marginales, sospechosos o terroristas: sobre ello se echará encima todo el armamento de la maquinaria opresora, para redisciplinar, si es necesario con sangre, a aquel que ose ir más allá en sus reivindicaciones en su derecho a responder a los ataques del establishment.

"Permitir las protestas no violentas mejora la imagen del Estado. (...) La disidencia no violenta juega el papel de una oposición leal (...) y crea la ilusión de que el gobierno democrático no es elitista o autoritario.". "Una protesta de este tipo es como meter una flor en el cañón de la pistola. No impide que la pistola pueda disparar."

"La libertad de expresión solo es libre en la medida en que no constituye una amenaza y no tiene posibilidad de desafiar al sistema". En aras de mantener la convivencia entre todos (un eufemismo que esconde las ansias de control permanente de los poderes fácticos sobre una sociedad convenientemente aletargada), el Estado señala y pone grilletes a quienes revuelven más de la cuenta.






"La no violencia se concentra en cambiar los corazones y las mentes, pero subestima la industria cultural y el control de pensamiento de los medios de comunicación". Nos enfrentamos a un enemigo poderosísimo, con capacidad para influir perniciosamente en todos los hábitos y sensaciones del personal, un poder voraz que no duda en arrastrar hacia sí a todo aquel que sirva de dique de contención para cualquier "anomalía" que pueda gripar el funcionamiento sistémico. No olvidemos: un "control de la información" que "es más potente que sólido" y que genera "una población (...) adoctrinada (...) y sedada por una cultura de la complacencia".

El sistema, diseñado para 'costrificar' la desigualdad y el darwinismo malsano, trabajará siempre para fortalecer dos tipos de ciudadanos: por un lado "la gente de procedencia pobre (...) más proclive a ser infraeducada" y, por tanto, a carecer de las herramientas necesarias para revertir todo tipo de situaciones de injusticia y, por otro "la sobreeducación de la gente de procedencia rica" que "les convierte en monos entrenados (...); adiestrándoles "con intensidad en el uso del análisis para defender o mejorar la existencia del sistema (...) siendo incurablemente escépticos y burlándose de las ideas revolucionarias que sugieren que el sistema actual está, en esencia, podrido".

En definitiva, es urgente acabar con las medias tintas: "los lobbies revolucionarios" indica Gelderloos, "son, simplemente, lacayxs que firman peticiones, reúnen financiación o montan protestas simbólicas, mientras una minoría educada y bien vestida solicita audiencias con lxs políticxs y otras élites que reúnen en sus manos todo el poder político real". Urge, en el fondo como siempre, contrarrestar y pasar a la acción, se llame directa o de autodefensa, lo que sea pertinente para acabar con un sistema que ya se ha visto por todos los ángulos insolidario, reaccionario y feroz.

viernes, 7 de junio de 2024

Tiflis Transit, "A Thought Is Not A Feeling"

 




Nombre un tanto cacofónico el de este grupo alemán liderado por el cantante y teclista Fabian Till -inventor de la aventura- y el guitarrista Birk Buttchereyt que hay sumar a los de otros proyectos centroeuropeos de rabiosa actualidad -como el caso de los suizos como Klaus Johann Grobe, ya destacados en este blog- que combinan texturas aterciopeladas de pop elegante con espasmos controlados heredados tanto del krautrock como de uno de sus herederos, el post-punk. De hecho, Till reconoce en alguna entrevista su admiración por los Grobe -sobre los que han tomado nota de por dónde evolucionar-, al punto de citar el debut de estos como uno de sus discos favoritos de siempre.

Más pistas a tener en cuenta: Cate Le Bon también se cuenta entre las preferencias de Tiflis Transit, y desde luego que en este su debut "A Thought is Not a Feeling" se percibe ese mismo regodeo en las maneras arties angulosas bajo celofán pop que tanto gusta de desplegar la británica. Y si ya nos dicen que les encantaría colaborar con la estupenda Alice Phoebe Lou, el interés por ellos queda completamente justificado.






La primera pieza, "A.M.", es con diferencia la que ostenta más nervio, recuperando ese sonido a medio camino entre Au Pairs, A Certain Ratio y los Gang of Four menos punk, mostrando a la vez la patita del jazz cinético que se va a desarrollar en el resto del álbum.
La fibra más intimista toma carta de naturaleza con "Two Out". Aquí, como en "Misunderstandings / Consolations", Fabian Till despliega un falsete muy a la manera de Sade, dejando para "Things That Don't Work in RL" el apósito de Donald Fagen post-"Gaucho", vía Video Age. En todas ellas me los imagino improvisando con tiento en el local de ensayo hasta dar con el estribillo circular adherente que da sentido y luz a sus texturas.

En el tramo final se vuelve a recuperar cierto tono abrasivo del comienzo. "The Braker" ejemplifica esto tomando el camino contrario: de la seda de la primera mitad de la canción a las pinceladas oscurantistas 'concrète' del funk más desquiciado de los setenta de la segunda, dando paso a "Overstretch" y su smooth-soul retrofuturista, espolvoreando su perfume más allá de la última nota del disco, deseando dejar el asunto en repeat para volver a coger energía con "A.M."

lunes, 3 de junio de 2024

Michael Head & the Red Elastic Band, "Loophole"

 



En el momento de escribir estas líneas no tengo del todo claro todavía cuánto tengo que remontarme para dar con un disco de Michael Head (The Pale Fountains, Shack, entre otros) que me llenara tanto, y a primera escucha, como este "Loophole". En principio está claro que, como mínimo, desde "...Here's Tom with the Weather" (2003) no notaba una brisa tan reconstituyente en las, por otro lado, acostumbradas partituras del de Liverpool. Otros días pienso que es lo mejor y más bonito que ha escrito desde "Zilch", el debut de Shack en el lejanísimo 1988.

¿En qué se basa por tanto este súbito entusiasmo? Las guitarras están más bajas -o atemperadas- de lo que últimamente es habitual (y eso, por lo general, suele estar muy bien). Los arreglos de viento (junto con los de cuerda) vuelven a adquirir un protagonismo sustancial. Todo suena felizmente más contenido -que no apagado, como ocurría de alguna manera en el "Waterpistol" del 95-, pero a la vez con brillantez y espaciosidad. La rémora brit-pop, que hizo por momentos naufragar discos como "H.M.S. Fable" o incluso el muy apreciable "The Corner of Miles and Gil" a base de caracoleos baggy algo molestos y anacrónicos, en "Loophole" se obvia excepto en algún retazo puntual.

Las trompetas fronterizas (más del lado de México) en "Ciao Ciao Bambino" vuelven a traernos a los Love más soleados, como en los tiempos inmejorables de Pale Fountains. Al lado más estadounidense -esto es: más country-pop- remiten "Tout Suite!" o "Merry-Go-Round".




Y cuando parece que el disco va a caer en una marmita psicodélica de complicada resolución en "The Human Race", viene la traca final a partir de la magnífica "You Smiled at Me" -pop barroco de primer orden-, y ya seguirá imperial hasta la última nota del disco. Y estamos hablando de más de la mitad del mismo. El folk prístino y emocionante de "Connerama" -sobre un amor un tanto turbio y prohibido-, el carrusel music-hall de "You're a Long Time Dead" -saludos a los Kinks-, la breve pero arrebatadora perla bacharachiana "Naturally It's You" y una "Coda" con unos coros deliciosos que parece salir de un montón de nubes para concluir. Con, imagino, la sombra del malogrado baterista Iain Templeton (Michael Head & the Strands, Shack) flotando en el ambiente. 

Dolor transformado en Arte glorioso.