No hace falta deambular más allá de los discos de MAYRA ANDRADE para captar dentro de los mismos similitudes –y querencias- con Marisa Monte. A saber: eclecticismo, comercialidad, solvencia vocal e identificación con la tradición. En el caso de la Andrade, con ese plus que en el fondo comprende buena parte de su cancionero que se ha inoculado de esa fragancia brasileña que le recorre por todos los costados. Un caso muy parecido al de NANCY VIEIRA, junto con Mayra la gran revelación de los últimos años y, definitivamente, también la otra confirmación y proyección de las islas. Pese al deslumbrante cromatismo de la portada de su disco más imponente –“Lus”-, éste comprende una colección de canciones especialmente reposadas, ergo arrebatadoras y determinantes. No ha habido más remedio que elegir esa “Verdade D’amour”, que condensa toda la ‘beleza’ y emoción del mundo en menos de dos minutos y medio. Me imagino que al penúltimo Caetano le iría como un guante, pero no más que la otra seleccionada, “Coração Vulcão”, por ejemplo.
Retornamos al bolero caboverdiano con la voz afónica de DULCE MATÍAS, tan discreta y otoñal como elegante y efectiva, de arrebato gradual. El “Tradicão” de GABRIELA MENDES es, de principio a fin, otro de los ineludibles de la última generación. Con su punto camaleónico en lo que se refiere a ritmos –contradanças, batuques-, yo me he dejado llevar –para no perder en ningún momento el tono de esta tercera recopilación- por uno de sus mornas y por la balada folk más irresistible que ahí se incluye.
MARIA ALICE tendrá que convivir por siempre con el sambenito de ser “la nueva Cesária”. Bienvenida la etiqueta si las continuaciones de “D'zemcontre” o “Tocatina” siguen conteniendo convincentes mornas o incluso sambas –“Velha Bichica” va de clasicismo carioca, con un punto vocal cercano a Ana Lúcia- como los que ella sabe muy bien (re)interpretar.
MARIA DE BARROS, como muchas de las anteriores, funde sensualidad de considerable voltaje y estilización con carisma escénico. Impregnada hasta lo más hondo de esa mágica predisposición que llaman “Morabeza” -‘hospitalidad’ en castellano-, que pone nombre por otra parte a su disco más celebrado. La misma que se le presupone a SÃOZINHA, animadora todoterreno, más que habitual en celebraciones de diversa índole como enlaces o natividades, que le canta a la tristeza –y todas sus manifestaciones- con una prestancia y naturalidad apabullantes. Canta a Eugenio Tavares, otro autor clásico referencial de la memorabilia natal.
En el capítulo de ausencias, tristemente he dejado fuera al gran y añorado Antoninho TRAVADINHA que es, junto con el mítico Garoto brasileño, uno de los guitarristas –y en este caso además violinista- preferidos de todos los tiempos. Y no precisamente por su virtuosismo –que lo posee-, sino por esa capacidad para hacer de sus temas pequeñas muestras de delicada orfebrería sin igual, fascinantes e inalterables en el tiempo. “Feiticeira De Côr Morena”, por ejemplo, donde caben todo tipo de ritmos e invenciones, así lo refrenda.
En Busca de Cabo Verde 3