domingo, 24 de julio de 2016

Discos imprescindibles del pop japonés (II)





NIAGARA TRIANGLE – “Niagara Triangle vol.2” (Niagara Records, 1982)

Supergrupo formado originalmente por Tatsuro Yamashita, Ginji Ito (ambos de Sugar Babe) y Eiichi Ohtaki de Happy End. Este último es el único miembro que aparece en los dos volúmenes del proyecto: el primero es de 1976 y seis años después su obra maestra y testamento.
The Beach Boys, The Beatles, Buddy Holly y hasta Al Stewart se dan cita en una producción entrañablemente anacrónica –a veces puede recordar, por limpieza, a las de Madness o a la del “Punch de Clock” de Costello-, pero de una lucidez melódica fuera de toda duda. Como unos Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán del lejano oriente, encontramos clasicismo infalible preñado de juegos voces acomodados con total sabiduría.

Sorprendentemente, y pese a todo su potencial pop –no falta ni sobra nada- se trata de un disco de culto en Japón. Osea, que tan rotundo álbum cumplió no de manera totalmente satisfactoria las previsiones comerciales.







  
CHIEMI MANABE – “Mysterious Girl” (CBS, 1982)

Con una portada a medio camino entre Blade Runner, E.T. y “Woodpeckers from Space” se presenta el único lp de Chiemi Manabe. “Myterious Girl” es EL DISCO de techno kayo, es decir, canción electrónica interpretada mayormente por ídolos teen a principios de los ochenta.
La ex–Pansy -fugaz trío de adolescentes niponas que saltaron a la popularidad gracias al film “Natsu no himitsu” (Summer secret) de Hiromichi Kawakami- atrajo las miradas de la productora, que quisieron hacer de ella una nueva y fulgurante estrella musical.
Con una nómina de infarto escribiendo las diez canciones originales (doce en la reedición en compacto; las dos extras están al mismo nivel que el resto) y que incluye a Haruomi Hosono, Akiko Yano o la Sugar Babe Taeko Ohnuki, el álbum de la de Ehime es un sueño que alcanza la perfección en todas y cada una de las piezas que lo componen. Tanto si la cosa se pone un poco más oscura (“Untotooku”) como si se funde en cha-cha-chá sintético (“Let’s Go Romantic”) o le pega a la balada sentimental “Goodbye Goodbye”).  Son canciones llenas de imaginación, recursos electrónicos al servicio de las melodías y una admirable compensación entre modernidad y canción de toda la vida, sin arreglos irritantes o accesorios y con una sutileza que destierra la simpleza que pudiese albergar a priori una aventura así.

De Chiemi Manabe jamás se supo discográficamente hablando, por lo que su leyenda no ha hecho más que crecer a medida que “Mysterious Girl” ha ido escalando posiciones entre los mejores discos de tecno-pop de su época.








MOON RIDERS – “Aozora Hyakkei” (Japan, 1982)

El grupo liderado por Keiichi Suzuki pertenece a esa estirpe de grupos heterodoxos relacionados en su día con la new wave que, sin embargo, vienen de una tradición pop aún más abierta e insondable. Pienso en los neozelandeses Split Enz, en los holandeses The Nits o, sin ir más lejos, en los británicos XTC. La nueva ola es la que les sitúa cronológicamente más cerca, pero sus referencias van mucho más allá desde un principio, partiendo de los años sesenta –The Beatles, Byrds, Kiks o Beach Boys- y adaptándose a las circunstancias según van avanzando sus trayectorias.
En el caso de los tokiotas Moon Riders –considerados, junto a Ippu-Do y la YMO la Santísima Trinidad del pop de finales de los setenta-, en sus inicios hay connotaciones del phyladelphia sound, del cararet o la disco music, hasta llegar a la irradiación punk o new wave, sobre todo a partir de su disco “Camera Egal Stylo” de 1980. Sin embargo es en “Aozora Hyakkei” donde todas sus influencias se suceden de manera más natural y fluida.

Hay momentos en que recuerdan a Squeeze, a Elvis Costello o a los citados Split Enz/Nits.
Pero si por algo debe pasar a la historia este disco es por ser la mejor traslación del “English Settlement” de XTC a la idiosincrasia japonesa. No en vano Sukuzi siempre tuvo a Andy Partridge entre sus ídolos máximos. Algo que se nota claramente en “Kiri no 10m2” -puro “Drums And Wires”- , “Tonpikurenkko” –que parece salida del “Black Sea”-, “Mayonaka no Tamago” o “Aozora no Marie”. “Kurenai Futou”, algo más electrónica, parece una pre-cuela del “This World Over” que los de Swindon incluyeron en “The Big Express” (84).








MIHARU KOSHI – “Tutu” (Yen, 1983)

Otra superestrella adolescente reciclada en vocalista de jazz con el paso del tiempo. Sin embargo, 1983 es la época de la fiebre techno kayo y Miharu Koshi no va a dejar pasar la oportunidad de facturar un disco del estilo a su medida. Compuesto por ella misma a excepción de una versión de los belgas Telex –la que abre el disco, “L'Amour Toujours” – y con la producción del omnipresente Haruomi Hosono, conviven los consabidos ritmos juguetones –“Sugar Me”- mezclados con pop electrónico y una fascinación por el pop francés del momento –“Laetitia”, “L'amour... Arui wa Kuro no Irony”- perfectamente insertada en el conjunto.

“Tutu”, tercer álbum de Miharu Koshi, se cierra con una triada definitiva: “Keep On Dancin’”synth-pop latino elegante y coqueto- y, sobre todo, “Petit Paradis” -chanson de carrusel- y “Nichiyo Wa Ikanai”, esta última una de las mejores canciones del pop japonés de todos los tiempos:









YELLOW MAGIC ORCHESTRA – “Naughty Boys” (Alfa, 1983)

Los puristas del grupo preferirán “Solid State Survivor” o “Technodelic” como posibles cimas de Hosono, Sakamoto y Takahashi –los pigmaliones del j-pop- juntos, pero yo prefiero quedarme, sin duda, con uno de sus discos tardíos, antes de la primera disolución. “Naughty Boys” es apoteósico, de degustación inmediata: uno de los discos de tecno-pop más completos e impecables de siempre. Aquí no hay sketches, experimentos más o menos exóticos o batiburrillos estilísticos como venía ocurriendo en el pasado. Desde la fantasiosa “Kimi Ni Munekyun” –antecedente lejano del shibuya-key- hasta la muy Eno “Wild Ambitions” es todo sustancia, con un guión equilibrado en todo momento: canciones perfectamente ensambladas y ritmos contundentes a la par que pegadizos. “Focus” recuerda a los Talking Heads más vitaminados –los de “Remain in Light” o el contemporáneo “Speaking in Tongues”- y “Open Muy Eyes” a Japan, y como dato anecdótico el Be Bop Deluxe Bill Nelson se encarga de algunas de las guitarras del disco. Para los neófitos sugiero empezar por este o por el citado “Technodelic” (81).

El culmen de un periodo incesante e insaciable para sus protagonistas.



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