Excepcional y muy versátil intérprete nacida en Białystok, al noreste de Polonia, Łucja Prus no concita aún la misma
admiración que otros colegas contemporáneos a casi 15 años de su desaparición
(se cumplirán el próximo 3 de julio). Sin embargo fue, en muchos casos, la
primera en cantar piezas que más tarde se convertirían en auténticos himnos en
el imaginario musical de su país natal.
En activo desde principios de los sesenta, fue en la década siguiente
cuando tuvo su momento de esplendor, rivalizando tanto en capacidad sobre las
tablas como en escasez de producción musical con Magda Umer. Esos años fueron
los de mayor actividad artística (reorientada hacia las canciones y las series
de animación infantiles) para, a partir de los años ochenta, empezar a espaciar
tanto grabaciones y proyectos multimedia como apariciones públicas.
Sus mayores logros musicales fueron los primeros singles, adaptar al romántico Mickiewicz, la
colaboración con el grupo de rock psicodélico Skaldowie o su primer álbum, de
título homónimo. De ahí al documento definitivo que es “Nic Dwa Razy” (“Nada
dos veces”), la recopilación antológica editada en 1999 donde se incluyen
varias piezas de aquellas conquistas y otras que culminan en su serena y
envidiable madurez, lindando la cincuentena.
“Nic Dwa Razy”, el disco (de la Zlota Kolekcja, "Colección de Oro"), arranca con la canción que da título al
mismo, y hará las delicias de los fans del jazz vocal, vía canción popular
polaca. Y a partir de ahí, todo un festín para los sentidos. “Jawnosc”
(“Franqueza”) la emparenta con nuestra Cecilia en términos de canción melódica
iconoclasta, y “Chanson Triste” con la Ewa Demarczyk más flemática y
ensimismada. El pellizco travieso de “Szedł chłopiec ze swoją dziewczyną” entronca con las grabaciones más
aparentemente ingenuas de sus discos para los más pequeños.
No faltan géneros tan apegados desde siempre a la canción lírica de
su tierra como el vals o el tango en cortes como “Walc szczęście” o “Tango z różą w zębach”. Y, cómo no, la bossa nova: en “Czas
rozpalić piec”
–“Tiempo de encender el fuego”- Łucja
Prus y Janusz Strobel emulan de manera admirable aquellos duetos de Elis Regina
con Antonio Carlos Jobim, algo imperdible para los amantes de la caricia
brasileña. Hay momentazos de beat pastoral como “Pod śliwką”, “Ach nie mnie jednej” (con Skaldowie) o chanson
tropical gainsbourgiana -“Księżyc nad Kościeliskiem”,
a dúo con Wojciech Młynarski-. Para cerrar “Dookoła
noc się stała” (mi favorita de su repertorio: folk
absolutamente estremecedor) y “W żółtych
płomieniach liści” –“Las hojas amarillas”-, un
clásico absoluto, aquí de nuevo mano a mano con los Skaldowie.