miércoles, 21 de marzo de 2018

Acción directa, de Voltairine de Cleyre






A raíz del contundente atentado ocurrido en el edificio del periódico Times de Los Angeles en octubre de 1910, y perpetrado por los hermanos McNamara –miembros de la American Federation of Labor, dentro del sindicalismo más voluble y encogido-, se extiende rápidamente la acusación de que aquel ha sido realmente ejecutado por perversos anarquistas que solo buscan la destrucción del sistema capitalista violentando a las masas, sin otra motivación que implantar en la sociedad biempensante el caos y el terror. Exactamente lo contrario que, en buena medida, pretendía -y ha pretendido siempre- el ideario libertario aún en una época tan candente y abrupta socialmente como fue la de principios del siglo XIX y principios del XX, repleta de represión, miseria y dificultades infinitas para de la clase trabajadora –donde la jornada laboral de 8 horas, por ejemplo, era poco menos que una quimera-, obligada en última estancia a contrarrestar tanta injusticia y abuso con todo tipo de respuestas a su alcance, unas más pacíficas que otras; alguna más severa que otras.





En todo ese maremágnum de manipulación, medias verdades y exceso institucional se alzó, entre otras muchas, la firme voz de Voltairine de Cleyre, una de esas mujeres “peligrosísimas” que arrasaban Norteamérica con los únicos poderes de la palabra, la empatía, la intuición y el coraje intelectual. Amiga y polemista de la mismísima Emma Goldman –a la que la posteridad le deparó mayor reconocimiento-, Voltairine se dio por aludida directamente en los sucesos referidos al comienzo y, a su vez, se vio en la obligación de matizar y aclarar posturas en este preciso y elocuente texto panfletario titulado “Acción directa”, recuperado recientemente en castellano por la pequeña editorial punk y libertaria Imperdible (en 2013 había hecho lo propio la editora La Neurosis o las barricadas).
Criada a base de presenciar y sufrir los rigores del matonismo empresarial y policial, de asistir a un sinfín de desigualdades de género, raza –ser abolicionista era poco menos que una profesión de riesgo- y condición social, Voltairine fue consolidando una personalidad valiente, inasequible al desaliento, sustentada en un feminismo radical y en una defensa del individualismo ácrata sin medias tintas pero con la capacidad de (hacer) recapacitar y, asimismo, entender al enemigo para después desmantelarlo ideológicamente.






La idea fundamental era explicar el concepto intrínseco de la acción directa desde el punto de vista del imaginario revolucionario, hacer entender su complejidad más allá de la propaganda simplista que defecaban las élites, difundida como la pólvora entre una opinión pública casi siempre dispuesta a la negación del análisis que, entre otros aspectos, incluye las causas y las consecuencias de lo que ocurre en momentos de conflicto. La Acción Directa como mecanismo primordialmente no agresivo, de iniciativa propia, inalienable y a la vez colaborativo, integral, con el fin de lograr los objetivos esenciales, eludiendo elementos coercitivos y acuerdos con la otra parte, siempre déspota, timadora y despiadada. Acción directa que también puede significar ausencia de maniobras impulsivas (resistencia pasiva) si a través de estas el fin no solamente está justificado sino que este supone la manera más eficiente de alcanzarlo. El arrebato furibundo e inflexible solo como último recurso obligado por unas circunstancias de otro modo impenetrables. Una Acción Directa donde el sindicalismo –el radical, no el piramidal que ejerce de juguete tonto de la patronal y los poderes fácticos- y su herramienta más proverbial, la huelga, ejercen de pilares indiscutibles con la misión fundamental de potenciar persistentemente las demandas legítimas de obreros, mujeres, inmigrantes y, en general, de todo aquel colectivo desplazado, humillado, desatendido o criminalizado por quienes de forma siempre autoritaria niegan sus lícitas emancipaciones.


El libelo se cierra con unos versos de Swinburne, protagonista de la anterior entrada de este blog: y es que aquí, si podemos, no damos puntada sin hilo. Desde el cariño. Y desde la verdad, que da lugar a la belleza (y viceversa).

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