Natsu Summer: valor en alza
Después de dedicar en este blog cinco
entradas a discos imprescindibles de la historia del pop japonés (más una
entrada posterior complementaria con los dos mejores discos del gran Eiichi
Ohtaki) hace ya un par de años, retomamos el pulso de alguna manera sumando cinco álbumes
destacados en estos últimos veinticuatro meses: cinco buenos ejemplos de la imperturbable
vitalidad del país oriental, ese territorio que sigue tan comprometido con el
efecto placebo y con la irrenunciable y edulcorada plasticidad que tanto nos
reconstituyen en Vailima.
Fujin
Club - Fujin Color (Grand Pacific Work Inc., 2016)
Enigmática formación proveniente de Sado (isla del
oeste de Japón) integrada casi con toda seguridad por cuatro chicas y un chico.
Practican un pop muy cuidado y detallista –obsesionado además con temas marítimos y
vacaciones interminables- que hunde sus raíces en el shibuya-kei de los años
noventa. Alternan temas cortos un poco a la manera de jingles –destaca en este sentido esa especie de interludio con los
neo-tradicionalistas Bakurocho Band llamado “Chin-don”- con irresistibles
rodajas de easy-listening (“Take a boat”) y funk –“Rhapsody of Nagisa” recuerda
poderosamente a Nona Reeves-. Pero sin duda sus canciones más memorables son la
elegantísima “Gourmet Travelogue” o el ultrahit
“I will go to my bride”, que tanto recuerda a los Pizzicato Five de discos como
“Playboy & Playgirl” o “The Fifth Release From Matador”. Todas las piezas anteriormente citadas están incluidas en el que es, de momento, su único largo -“Fujin Color”-,
pero lo escuchado por el momento del ep más reciente -“Travel &
Ferry”, de 2017- certifica las buenas sensaciones de refinamiento y travesura. Algo
más que una promesa en ciernes.
Pictured
Resort - All Vacation Long (Sailyard, 2016)
Están en la línea del mejor indie de finales de
los ochenta y principios de los noventa (The Hit Parade, Blueboy o Field Mice) pero, además, con especial énfasis en dotar a casi todas sus composiciones de
teclados planeadores y decididamente retro que les hacen entroncar con el city
pop de principios de la primera de las décadas citadas. El proyecto liderado
por Koji Takagi –que compagina con su grupo paralelo, los interesantes Danger
Danger, más orientados estos últimos al dance y el funk- y, por ende su único largo hasta la fecha, no conoce apenas fisuras o puntos ciegos
en el conocimiento de los entresijos del mejor pop de sofisticadas guitarras
jangle, aquí convenientemente licuadas y embadurnadas de sintetizadores en
primerísimo plano.
Natsu
Summer - Hello, future day (P-Vine, 2017)
Loable evolución la de esta mujer nacida en Ehime
(al sureste de Japón) pero residente en la actualidad en la capital, Tokio. Se
dio a conocer como integrante del intrascendente cuarteto de punk-rock de
los noventa Mummy the Peepshow y, tras un prolongado silencio de casi quince
años, reapareció en solitario a la altura de 2016 reciclada -por fortuna- en una
artista de pop inteligente y muy dúctil. Tras dos eps en ese mismo año –“夏・NATSU・夏” y
“Tropical Winter”- donde coqueteaba sin ambages con el lovers rock electrónico,
dio la campanada a finales del pasado con “Hello, future day”, una joya de ocho
canciones –considerado también ep: está visto que esta denominación ha perdido
definitivamente su significado originario- que reactualiza por completo el city pop
ochentero con sonoridades prestadas de cierto vaporwave, además de poseer un
olfato pop certero y tremendamente imaginativo. Caben además talentosas
aproximaciones a los ritmos más calientes como en “Moment of love” –no muy
lejos del “Tropical Brainstorm” de Kirsty MacColl- o irresistibles festines de
synth-pop enhebrado con cadencioso primor, caso de “TA・RI・NA・I”.
Orfebrería sintética.
Hitomitoi
– Ecstasy (Billboard, 2017)
A pesar de no debutar precisamente con buen pie
–el inicial “360º”, de 2003, era un producto mainstream
tremendamente aburrido y convencional- la norteña Hitomi Amano (natural de
Sapporo) se ha ido labrando poco a poco una trayectoria cada vez más valiosa,
compuesta hasta el momento de diez álbumes, la mayor parte de ellos con buenas
razones para seleccionar de entre los mismos auténticas joyas en bruto. El
último de estos lps, “Ecstasy” es, sin lugar a dudas, el más completo y rotundo,
orientado concisamente al shibuya-kei. Hits incontestables como “Serpent
Coaster” –entre Pizzicato y Negicco- o ese broche final inmejorable que es “Varadero
via L.A.”; también hay perlas de electro-swing -“Flash of Light”-, baladones
lujuriosos –“Discotheque Sputnik”, “Swept
Away”- o remembranzas del mejor sophisti-pop –“Blue, Midnight Blue”, con Matt
Bianco/Basia en el recuerdo- ayudando a situar definitivamente a Hitomitoi
entre las realidades más contrastadas del pop nipón actual.
Sayonara
Ponytail - You Are My Universe (T-Palette, 2018)
Si no me fallan los cálculos, se trata del quinto
disco de este quinteto femenino, parece que también –algo- receloso con sus
verdaderas identidades. Como en el caso de Hitomitoi, sus obras anteriores
contenían piezas más que salvables, pero igualmente no ha sido hasta este mismo
año que han facturado el trabajo que más se acerca a la excelencia. "You are my universe" abre con “Sentimental” y sus arreglos tan philly sound, para pasar a
continuación a “Facing the wall!”, su canción más clara para hacernos bailar
irremediablemente, escoltada por flechazos pop como “Beyond the world” o “Skyscraper
and critical point”, esta última en la línea idol de, por ejemplo, Koto. Pero quizá a la vez se trate del disco
más clásico de nuestra selección: para certificarlo están ejemplos como “Fireworks
on a distant day” o “Message”, que no esconden su querencia por tonalidades
‘beatle’, o “Love in a broom” y “Your Treasure”, que supuran techno-kayō
por los cuatro costados. Otra
golosina infecciosa.
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