Por su carácter eminentemente introspectivo y confesional, el quinto disco de Karly-Marina Loaiza destaca sobremanera respecto a los anteriores, marcados por el diva r&b y el neoperreo de arreglos abrumadores y muy desigual atención en general. Coincide intencionadamente también con el cambio de escudería, de Geffen a Capitol.
"Sincerely,", publicado hace ya seis meses, y dedicado entre otros a su primer hijo -del cual estaba embarazada en el momento de hacer acopio de estas composiciones- tampoco escatima en abundancia de arreglos, al que unir en este caso concreto unas armonías especialmente cuidadas y un agudo sentido del dramatismo existencial. De todo esto ya avisan las suntuosas cuerdas a lo philly sound de "Heaven is a Home...", que dan paso a una balada melosa pero dotada de una intensidad premonitoria.
Después viene "Sugar! Honey! Love!", que llama la atención especialmente en las inflexiones vocales y los efectos de guitarra, llevándonos sin atajos a los Cocteau Twins de principios de los noventa -"Heaven or Las Vegas"-, como mismamente ocurre en "For You", vía smooth soul. "Lose My Cool," inaugura los latidos del pop de principios de los sesenta -muro de sonido, Phil Spector, algo de brill building...- y seguramente sea el gran clásico de la colección si no fuera por la fractura en mitad de la canción, transformándose en otra distinta que también se hace insuflar el dream-pop más atildado posible.
"It's Just Us" parece concentrar con total naturalidad la tapicería crepuscular de Chris Isaak con la sensualidad extrema de Sade, que en "Silk Lingerie," queda flotando en entre modulaciones algo más volcánicas. "Territorial", mi favorita, tiene una clara cadencia fílmica y se permite introducir alguna frase en castellano -recordemos el ascendente colombiano de Loaiza- fluyendo sin impostura.
"All I Can Say" y "Daggers!", en cambio, conforman los capítulos menos atractivos del lote. Sobre todo la primera, que no aporta nada y se regodea sin más en el molde prototípico de las girl groups de los sesenta con una letanía genérica, que no busca ninguna vuelta de tuerca, a modo de supuesta complicidad retro.
Pero cuando vuelve el espíritu Elisabeth Fraser -sobre todo en los coros- en "Angels All Around Me...", muy probablemente la rodaja más sophisti-pop -y chill- de "Sincerely,", y con ello la remontada, recurre también al quebranto del clímax hacia la mitad respecto a cómo se había iniciado. Sintes de fantasía ochentera llevan en volandas "Breeze!", y "Sunshine & Rain..." rubrica en el estribillo su (efectiva) propensión mainstream. Cierra "ILYSMIH" como se había iniciado el disco, a guisa de lowtempo desde el filo del mundo.
Pura apología de romanticismo pop, de emotividad en raso y sin filtros. Absolutamente cursi, sí, ¿Y QUÉ?
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