domingo, 13 de septiembre de 2015

Hofmannsthal, Rilke y las correspondencias






“Honrar lo que se ignora”
(“Leyenda para un monumento”. Hugo von Hofmannsthal)


Fueron grandes amigos, buenos colegas, se profesaron mutua admiración. De todo ello quedó constancia en las cartas y notas que ambos se intercambiaron a lo largo del tiempo (al castellano, al menos, nos han llegado publicadas oficialmente las que Hofmannsthal le escribió a Rilke por Maldoror Ediciones). La posteridad, sin embargo, nos ha legado un hecho como mínimo curioso: hoy en día son poco menos que canónicas –desde el punto de vista de la reflexión lírica- por un lado las cartas que Rainer Maria escribiera a Franz Xaver Kappus –ese ‘joven poeta’ que inspirara el título genérico a la recopilación epistolar de Rilke- con el objeto principal de animar y aconsejar a Kappus en lo concerniente a la versificación y la estrategia poética –siempre en paralelo a la vital- y a su vez la que Hofmannsthal escribe, de manera alegórica, bajo la piel de un autor imaginario –Chandos- a Francis Bacon –este sí, personaje histórico pero anacrónico respecto a cuando se escribe- con el objeto de transmitir su renuncia a toda actividad literaria. En el caso de Hofmannsthal –el “Rimbaud austrohúngaro”- la amenaza se cumplió finalmente en la vida real “solo” en el terreno estricto de la poesía, ya que continuaría escribiendo dramas y libretos operísticos hasta el final de sus días.






Las “Cartas a un joven poeta” se escribieron entre 1903 y 1906; “Una carta” –o como se la conoce mayormente en la actualidad: “Carta de Lord Chandos”- fue producto de la crisis existencial y creativa de Hoffmansthal entre 1901 y 1902. Hablamos, por tanto, de dos situaciones que corren casi paralelas. Por un lado, la asistencial por parte Rilke y por el otro la de abandono por parte de Hoffmansthal. En ambos casos, el destinatario nunca fue ninguno de los dos.

Entre 1902 y 1924 se produjo la correspondencia entre ambos, pero no queda constancia ni del aliento que Rilke pudiera haberle proporcionado a un Hofmannsthal por aquel entonces recién desencantado, ni al contrario de una posible llamada de socorro.






“Entre en usted. Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta el lugar más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir”, parece estar diciéndole Rainer Maria a Hugo.
Hofmansthal parece replicar: “… para hacer más aguda la percepción de mi estado interior, me gustaría responderle como merece, abrirme enteramente a usted, pero ignoro cómo hacerlo. Ni siquiera sé si sigo siendo la misma persona a la que se dirige su inestimable carta”.
Mientras Hoffmansthal habla sin tapujos de “enfermedad del espíritu”, Rilke llama a “aguardar con honda humildad y paciencia la hora del descenso de una nueva claridad (…)”, y sentencia: “no busque ahora las respuestas, que no se le pueden dar, porque usted no podría vivirlas”.






Como si un médico atendiese al paciente equivocado, y otro paciente jamás llegase a conocer su verdadera medicina. Entre la decisión de uno y el lamento del otro, las evoluciones de ambos autores a través de sus cartas parecen estar tocándose constantemente, pero a la hora de tratar sobre temas tan candentes nunca llegan a cruzarse. Dos de los autores más importantes en lengua alemana del cambio de siglo, mucho más allá del mero simbolismo con el que se suelen relacionar de manera perezosa sus propuestas, autores de obras maestras como “Psique” o “Tras una lectura de Dante” (en el caso de Hugo von Hofmannsthal) y del libro “Sonetos a Orfeo” (Rilke) nos han legado esta involuntaria peculiaridad metaliteraria –o anécdota inconsciente- a través de sus misivas.



“Y eso es algo que nadie entenderá
pues demasiado duele para poder llorarlo”
(Hugo von Hofmannsthal)


*                                    *                                    *


“Siente, callado amigo de tantas lejanías,
cómo el espacio aún aumenta con tu aliento.
Dentro del armazón de oscuros campanarios
deja oír tu sonido. Lo que de ti se nutre

se fortalecerá con este alimento.
Entra y sal en la transformación.
¿Qué es tu experiencia más doliente?
Si el beber te es amargo, hazte vino.

Sé en esta noche de exceso
fuerza mágica en el cruce de tus sentidos
y sé sentido de su extraño encuentro.

Y si lo terrestre te ha olvidado,
dile a la tierra callada: me deslizo.
Dile al agua veloz: soy”
(Rainer Maria Rilke)

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