EDDIE MARCON – “Aoi Ashioto” (Zasshoku, 2005)
El nombre de este grupo de folk psicodélico
preciosista está tomado del nombre de su cantante (Eddie Corman, la principal
compositora) y su bajista (Jules Marcon). El incluir instrumentos como el saxo,
el clarinete o la caja de música le da una riqueza, complejidad y profundidad a
su repertorio indudable. Este es su disco de debut, y el más dulce y pastoral
de toda su discografía, acostumbrada a los giros más o menos inesperados pero
siempre presta a buscar una salmodia sostenida y reconocible, que es lo importante.
Entre Priscilla Ahn, Linda Perhacs y el primer ep de How to Count Planets,
“Aois Ashioto” tiene recovecos insondables y la complejidad justa para no estar
hablando del típico producto experimental vacuo y/o cargante.
AI ASO – “Chamomile Pool” (Pedal, 2007)
Abonada a los registros en directo (atesora ya dos
‘live’), lo de Ai Aso es puro sentido comatoso de la canción pop, en la línea
de Galaxie 500 (la conexión podemos rastrearla en “Land”, co-escrita junto a Michio Kurihara, colaborador de Damon
& Naomi), The Velvet Underground o Seam (“Alon”). Como suele ser habitual en estos casos, es imprescindible
jugar con el binomio silencio/tensión, y la Aso sabe manejar perfectamente
dicha combinación.
Nanas siderales, ajustados brotes noise, espacios
apenas esbozados, inasequibles (como ejemplifica la propia portada) pero
tremendamente sugerentes, leves apoyos con cajas de ritmos... “Chamomile Poop”
es, si no me equivoco, su último trabajo en estudio y el más accesible, y se
puede encontrar en una edición especial junto con su debut, “Lavender Edition”.
ICHIKO AOBA – “Kamisori Otome” (Sinonome Recordings, 2010)
Virtuosa de las seis cuerdas, la desarmante
belleza de sus composiciones nos puede invitar a viajar al Brasil de sus
cantautores en los años sesenta o al folk ácido anglosajón de la misma época.
Apadrinada ni más ni menos que por gente como Taeko Ohnuki, Ryuichi Sakamoto
(como pianista), Haruomi Hosono o Cornelius, que han requerido sus servicios
para sus propias producciones fascinados por el innegable talento de la de Urayasu.
Como Ai Aso, es adicta a los discos en directo –acumula ya cuatro- donde puede
transmitir sin ambages todo su delicado sentido de la nostalgia y la tragedia,
mecida por una corriente de arrullos cautivadores. “Kamisori Otome” (osea, “Razor
Maiden”) fue su primer disco, el más inusitadamente místico y perfecto que
compusiera con 18 años.
NEGICCO – “Melody Palette” (T-Palette, 2013)
Una de las últimas sensaciones dentro del fenómeno
teen nipón (tan importante a lo largo
de la historia, como hemos podido observar en toda esta serie) es este trío de
Niigata, al oeste de Japón, que lleva publicando singles desde 2003. Nao☆,
Megu y Kaede mezclan todo tipo de influencias para la pista de baile con
absoluta desenvoltura, logrando una concatenación de dianas pop deslumbrante. Y,
desde luego, lo hacen con muchísima más efectividad y exuberancia que “rivales”
como Perfume (las de Hiroshima, no los del britpop).
Canciones PERFECTAS de innegable aroma shibuya (“Anata to Pop With You!”), con arreglos
soul en la línea del “Shout To The Top” de The Style Council (“Aidoru bakkari kikanai de”, “Negative Girls!”), Barry White vía Lisa
Stansfield (“Imishin Kamo Dakedo”),
Stock, Aitken & Waterman (“Koi no
EXPRESS TRAIN”), rap melódico (“Natashia”,
“Sweet Soul Neggi” y, en general, un
delicioso dejà vu de los sonidos de
finales de los ochenta y principios de los noventa.
KOTO – “Platonic Planet” (Nat, 2015)
La alternativa a las anfetaminas o la cocaína es
este disco imparable, frenético y eufórico que no deja prácticamente respiro a
lo largo de sus ocho piezas y que está compuesto en su totalidad por el miembro
de Recoride Kissa Sasaki.
Koto (no confundir en ningún momento con el
histórico grupo de italo-disco) es el último ídolo de masas en el país del sol
naciente que tritura literalmente todas las influencias que se pongan a su
paso: Bis, shibuya-kei, el hi-energy de los ochenta, rap y mil cosas más a
ritmo endiablado pero ultrapegadizo, descarado y sideral. Todo a lo que (te)
recuerde resulta a su lado inofensivo frente a este torbellino, este meteorito
de insultante potencia. Casi imposible destacar una canción sobre el resto: su
único álbum hasta el momento es la obra maestra del hardcore-speed-pop. Fuck k-pop!