Parece que fue ayer, pero han pasado nada más y nada menos que nueve años desde que Charlie "Chuck" Hilton publicara su debut en solitario "Palana" (Capture Tracks, 2016), de cuya reivindicación nos ocupamos en su día en el blog de Música en la Mochila. Desde entonces casi el más absoluto silencio, apenas interrumpido por su colaboración en un par de canciones de "Dream Work" (2021) del danés Dinner, entonces compañero de escudería, y donde también intervenían, entre otras, favoritas de este jardín secreto como Molly Burch.
"River of Valentines", la continuación de "Palana", se tenía que haber publicado un par de años después, en 2018. Pero quedó guardado en un cajón hasta que Rhododendron ha decidido por fin sacarlo a la luz -con coquetísima portada victoriana- para regocijo de fans, ya sean los que Hilton acumula desde los tiempos de Blouse ya sean los que se incorporan ahora en 2025 al calor de una colección tan cálida y recogida como la que por fin tenemos el placer de escuchar.
Exquisita producción a cargo de Chris Cohen, que maneja con cariño de artesano ocho canciones a las que les da lo que piden: intimidad y placidez, así como la impregnación de un espacio radiantemente espectral. Y metidos ya en faena desde el primer corte, "Exorcise", es Hilton la que parecía entonces adivinar el sino de su trayectoria, de su resurgimiento: "And I am trying to sit out/but they said I'm not allowed/Said I'm gonna have to play". La bucólica "Fiery Sunset of Kings", que atenaza a las mil maravillas el manual de estilo de la Costa Oeste, insiste en la intuición del futuro: "Go back someplace they need you".
"Machinery" es la que imprime más brío a la sección rítmica y se apoya en reminiscencias, sobre todo en la vocalización, de artistas como Margo Guryan o (una vez más) Broadcast, dejando hueco a la sorpresa y la curiosidad: "I wanna listen/'Cause there's something i don't know". La cosa sigue discurriendo con señeras irradiaciones de los sesenta en "A Real Love Song" y refulgencia folk en "River of Valentines", que celebran la emoción desatada del día a día. Se despide con la declamación más sensual del conjunto, "If I Could Only Get Higher", y su deseo de escapar y fundirse con el cosmos.
No es un retorno, porque Charlie Hilton siempre estuvo aquí. Ahora celebramos el delicado e imperecedero tesoro que nos tenía preparado.
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