Comento este disco con cierto retraso porque en unas primeras escuchas me pareció -como es habitual en los últimos tiempos en decenas y decenas de títulos actuales- que arrancaba muy bien pero luego se desinflaba inexorablemente. Aun así, lo mantuve en una recámara virtual a expensas de nuevas oportunidades, porque la intuición me impelía a revalorarlo. Era cuestión de comprobar si estaba confundido o la chispa que barruntaba era lo suficientemente sólida. Cuatro meses después, creo que salvo alguna canción puntual, "That's the Price of Loving Me" de Dean Wareham no solamente mantiene el tipo sino que va camino de convertirse en el gran disco del año (o uno de ellos: dejémonos sorprender en esta segunda mitad de la temporada) que solemos reservar para un clásico del siglo XX (espabila, Robert Forster, que otra vez te han vuelto a comer la tostada).
Mi seguimiento de Wareham a lo largo del tiempo ha sido errático, por no decir que quizá deberíamos catalogarlo de negligente. Verán: nunca fui lo que se dice fan de Galaxie 500. Es más, el grupo de nuestro protagonista junto a Damon & Naomi me sigue pareciendo uno de tantos 'expedientes X' de esa fórmula tan desgastada como tediosa que es el indie-rock. Hay miles de ejemplos, pero me pasa con ellos como con Yo La Tengo, que nunca he conseguido conectar con ese culto -a mi juicio tan exagerado: más ejercicio de estilo de ostentación alternativa que otra cosa- que, incomprensiblemente , todavía se profesa por ellos.
El siguiente proyecto de Wareham, Luna, fue distinto. Al menos en lo que respecta a su primera época -especialmente los dos primeros discos- me parecieron siempre más atractivos y con gancho para hacer, dentro de sus estrechas coordenadas, flamantes hits alternativos y álbumes más maduros y selectos. Y que también una novia que tuve en aquellos mediados de los noventa me los filtrara convincentemente, que todo cuenta en esos años todavía formativos.
Después no sé, no contesto. Discos con su pareja Britta Phillips (en la nómina de Luna desde los años 2000 y que aparece repetidamente en los créditos de este último) y discos ya en solitario -"That's the Price of Loving Me" es el cuarto, y viene con reivindicación nominal en la portada-, discos todos ellos que, si tuviera más tiempo, rastrearía, porque no deshecho para nada la posibilidad de encontrarme con algo más que honrosas grabaciones. Pero de momento tengo que conformarme con hacerle la foto a "That's the Price", que arranca con "You Were the Ones I Had to Betray", que habla sobre la debilidad humana y las decepciones inevitables ("Together, we slayed where nothing resolved"), con esa sutilísima entereza de country alternativo convenientemente filtrada por los Velvet más armónicos y caleianos (violines capciosos mediante) a los que siempre estuvo adscrito Wareham. La versión de Mayo Thompson -"Dear Betty Baby", incluida en su clásico "Corky's Debt to his Father" de 1970- es extraordinaria porque sabe llevársela totalmente a su terreno con elegancia y maestría. "Mystery Guest" es tan velada y emocionante como sugiere el título. "New World Julie" o "We're Not Finished Yet" llevan impreso el certificado de origen neoyorquino en cada rasgueo y cada arpegio. Y la canción homónima, con ese preámbulo ligeramente tropical -pero a la vez taciturno y ensoñador- es otro de los cortes relevantes, con ese estribillo que descuella con nula impostura pero soberbio -y sereno- hechizo.
"That's the Price of Loving Me" es como ese reencuentro después de mil años con alguien que te atraía -y sabes que te atraía y te atrae por razones de peso- y que vuelve a cruzarse en tu vida para darte un regalo que, no por inesperado, resulta menos satisfactorio. Quizá sea el precio del destino, amigos.
.jpg)
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario