"A Spanish 'Detour'": así rezaba el slogan de anzuelo en la edición en dvd, extraído de la crítica de Los Angeles Times de la época. Y era una apreciación lejos de ser desacertada. "Lisboa", la cuarta película del director salmantino Antonio Hernández -que se reserva un pequeño pero vital papel al comienzo del film-, tenía evidentes puntos en común con la mítica cinta de serie B de Edgar G. Ulmer de 1945: una road movie a ritmo de thriller, con goteo noir, femme fatale, mala suerte, giros insospechados, pesimismo a raudales y un final seco pero antológico. Todo ello, obviamente, desde un punto de vista castizo y aderezado con subtramas y demás intereses ajenos al guión de la PRC.
Como en el caso de Al Roberts, el portugués João (interpretado por un circunspecto Sergi López) es un perdedor del sistema. López trabaja como vendedor comercial de cintas vhs y cassettes por bares y restaurantes de carretera, haciendo la ruta entre Portugal y España. Hasta que un buen día se cruza en su camino Berta (Carmen Maura), una mujer que se ve en la necesidad de hacer autostop en mitad de la nada, con intención de llegar a la capital lusa, tras habérsele averiado el automóvil que conducía. Como no podía ser de otra manera, a partir de ese encuentro se suceden intrigas, seducciones y, con todo ello, los problemas.
Hay una atracción morbosa, a menudo irresistible, en este tipo de situaciones. Y muy pocas veces resueltas con la suficiente capacidad para querer despegarse del asiento. Pero aquí se consigue holgadamente. Una de las escenas que viene a continuación, cuando João ha pasado delante de Berta en la carretera, aparca el coche en el primer bar y mira a través de la persiana del establecimiento cómo la mujer se va aproximando al mismo, que nos retrotrae, sin lugar a dudas, al insidioso ambiente del dinners de "El diablo sobre ruedas" de Spielberg a través del sostenido plano de cámara subjetiva. Sentimos la amenaza, mezclada en este caso con una subida gradual de la dopamina, aunque las buenas intenciones intenten elevarse sobre todo aquello.
Estos mejores propósitos van a arrastrar, sin embargo y sin vuelta atrás, a toda la familia de Berta, parentela mezclada en asuntos turbios, poco recomendables, en su persecución interminable y malsana por la autovía de Extremadura. Y ahí brillan con efectivos registros Laia Marull -Verónica, hija en la ficción de Carmen Maura- o un formidable Federico Luppi como el abrasivo y manipulador marido de Berta, entre otros. Con ellos iremos sabiendo de una madeja que nos pondrá frente a cuestiones siempre de rabiosa actualidad: recalificaciones, mordidas, corrupción institucional... el capitalismo nuestro de cada día.
"Lisboa" es, de las visionadas hasta ahora por el que esto suscribe, la mejor y más incisiva película de su director -habitual en la conducción de series para la televisión- junto con el drama de memoria histórica "En la ciudad sin límites" (2002). Una manera más que respetable, hasta ejemplar diríamos, de hacer cine de género en España se despliega en este largometraje desgraciadamente olvidado o no lo suficientemente reivindicado.
Otra autoestopista desconcertante es Nicole Coucel en el mediometraje para la pequeña pantalla "La Dame de Noël" del director francés Marcel Bluwal. Este último, con una corta producción cinematográfica en su haber, ha pasado sin embargo a la historia por "Le Monte-charge" (El Montacargas, 1962), un alucinado enredo de equívocos -con mucho de onírico según avanza- que incluía cadáveres imprevistos, colaboradores forzosos y, cómo no, esa pulsión sexual que, en contra de lo previsto, le hace a uno (o a una) meterse en una espiral 'pesadillesca' y asfixiante. En unos escenarios urbanos que se insertan con fijeza en el subconsciente del espectador, "Le Monte-charge" -donde nada es lo que parecía- supuso una cúspide en el polar, precursor involuntario del "¡Jo, qué noche!" de Scorsese y aderezado con perspicaces trampantojos hitchcockianos.
"La Dame de Noël", como "Le Monte-charge", transcurre en pleno periodo navideño. Cuenta la peripecia de un cámara de televisión que estrena coche y quiere darle la sorpresa a su mujer mostrándoselo esa misma noche. En el camino de vuelta recoge a una mujer cuyo vehículo la ha dejado tirada. Sabremos después que ella quiere entregar unos regalos a unos sintecho que se hospedan en un albergue retirado. Pero ambos se pierden por el camino por donde la mujer le había indicado y la noche va adquiriendo altas cotas de ansiedad y frustración. Aun así, acaban llegando al destino, donde la contrariedad -sumada al peligro- seguirá haciendo de las suyas en mitad de las buenas intenciones que siempre marcan tan señaladas fechas. El impacto final hará reordenar la situación, volver a la realidad y recapacitar sobre la ilusión que acabamos de vivir. Un golpe de efecto muy similar al que, curiosamente, va a parar el episodio "The Hitch-Hiker" de la serie The Twilight Zone emitido un año y pico después que "La Dame de Noël" (más paranoico y extenuante con el concepto del más allá en el guion estadounidense, eso sí).
Dos muestras -"Lisboa" y "La Dame de Noël"- de cine de autoestopistas inquietantes -que tanto nos fascina- que añadir con todos los honores a las que ya presentamos en su día en la entrada de Autoestopistas Calientes.
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