Que conste en acta que la recuperación de artistas oscuros con obras escuetas décadas atrás y que, insospechadamente, regresan y vuelven a grabar ya metidos en edades provectas no es, ni mucho menos, monopolio del mundo anglosajón. Ciertamente, los primeros ejemplos que nos vienen siempre a la memoria son de esa órbita, como los casos de Vashti Bunyan, Linda Perhacs, Bob Lind o del recientemente fallecido Ed Askew, pero en otros cosmos se dan patrones muy similares. Si nos vamos al asunto brasileño, podemos echar mano del siempre solicitado Arthur Verocai, de Flaviola, de Carlos Walker, o del personaje que nos ocupa hoy: Fernando Pellon.
Poeta, activista y, en el mundo real geólogo de profesión, el minero -dicho así porque procede de la región de Minas Gerais- Fernando Pellon de Miranda fue un dinámico elemento de la vanguarda paulista de finales de los años setenta, en concreto dentro de colectivo Malta de Areia, que se inspiró en los elementos identitarios más subversivos no solamente del avant-garde del momento en el país, sino del movimiento Tropicalia que una década antes había servido como punto de fuga de lo "alternativo" en su tierra.

Toda esa especie de comuna de artistas plásticos, actores de teatro amateur, escritores incipientes y músicos autodidactas sobre el que giraba Malta de Areia terminó cristalizándose en artefactos tan sugestivos como "Cadáver pega fogo durante o velório", un disco perseguido sin miramientos por la censura en el año de su lanzamiento -recordemos que Brasil, en 1983, aún vivía en una dictatura militar- que fue conformándose a lo largo del tiempo como un soberano disco de culto, cuasi-legendario (no ha sido reeditado en vinilo aún, y en cd conoció una versión limitada semiclandestina con la portada modificada).
El álbum, que debiera haber sido firmado a nombre de dicho colectivo -sus principales colaboradores e intérpretes, de hecho, aparecen en la portada: entre ellos Cristina, una de las tres hermanas de Chico Buarque-, finalmente acabó a nombre de Pellon, que por otra parte era el compositor principal de todas las canciones, regadas con unos textos absolutamente insólitos donde la sordidez, la escatología y la crítica nada velada al sistema ponían el llamativo contrapunto a unas composiciones que incorporaban a la tradición de la bossa-nova y la samba-canção un aire enrarecido, desafiante y, por tanto, único en su especie.

Con una portada en modo noticiero escabroso, que estéticamente (e incluso musical y líricamente) parece una especie de síntesis de otras como el "Caymmi visita Tom" de 1964 o el "The Big Break" de Willie Colón de 1971, "Cadáver pega fogo" se pone en marcha con "Porta afora", una historia de tremendismo 'lumpen' y enfermedades incurables, con un revestimiento de dulce melodía y delicada ejecución, que la hace por eso mismo verdaderamente perturbadora. Continúa con el desgarrador bolero "Altivez" (de trasfondo, se intuye, sadomasoquista), interpretada por Synval Silva, histórico profesor de la escuela de samba de Rio de Janeiro. "Com Todas as Letras", cantada por el musicólogo Paulinho Lemos, es una pieza que Pellon recuperó para uno de sus discos de retorno -"Moribundas Vontades", de 2016- y una especie de folk nihilista, abiertamente suicida y completamente antisistema: "Blasfemando contra vontade de Deus/Contra a Pátria e a Propiedade" que, sospechamos, no sería precisamente del gusto de los cuervos que supervisaban este tipo de obras.
En clave de 'samba de roda' risueña sigue "Carne no Jantar", interpretada por el mítico percusionista carioca Nadinho da Ilha, que cuenta otro truculento suceso, esta vez de manifiesto canibalismo y de un humor más que negro, con críticas complementarias a la seguridad del Estado: "Eu não quero me envolver com a polícia". Después va "Cicatrizes", otra de amor turbulento, regrabada por el propio Pellon en 2024 con un éxito inusitado en lo que parece el avance de un inminente lanzamiento. En "Tal como Nazareth", de reminiscencias psicoanalíticas, Fernando Pellon nombra al histórico psiquiatra Juliano Moreira y al no menos mítico pianista Ernesto Nazareth otorgando a este corte, con dichas referencias, el plus erudito. El pellizco ligeramente de samba-disco de "Vã Esperança" corrobora lo que constatamos respecto a la lírica de Pellon: "Nunca gostei de eufemismo (...) terminologia evasiva", y es que metaforizar el amor con la lepra desde luego es todo menos andarse por las ramas. Tras "Prazer Qualquer", cantada por Cristina Buarque y que retoma la vena más de cantautor (y de bolero) el disco concluye con la trepidante "Flores de Plástico ao Amanhecer", de nuevo con Nadinho a la voz principal, y un texto mortuorio, de una ironía más que punzante y sin remilgos.

Como decíamos al principio, Pellon publicó la continuación de "Cadáver pega fogo" casi treinta años después: "Aço frio de um punhal" (2011) supuso una vuelta inesperada pero muy satisfactoria, a la que le han seguido el citado "Moribundas vontades" y "Medula e osso" de 2023, demostrando que su autor no ha perdido ni mucho menos mordiente por el camino. La fórmula sigue inalterable con esa mezcla de textos crudos pero extraordinariamente construidos y de amor sincero por las fuentes clásicas en el apartado sonoro.
Nuestro territorio favorito sigue apareciendo como un pozo sin fondo del que no paramos de aprender, de entusiasmarnos y de sorprendernos. Así lo certifica este tesoro discográfico bajo la dirección de Fernando Pellon, otro de nuestros grandes "malditos".