Aunque ha tocado varias veces en España en los últimos tiempos -en Madrid hace apenas unos días, en el mítico Wurlitzer, cerca de Gran Vía-, donde seguramente se debe disfrutar mejor de las canciones del francés Adrien Cassignol en vivo es en un bar cualquiera de los Estados Unidos más profundos, rodeado de señoras y señores con sombrero vaquero que miren con estupefacción las evoluciones sobre las tablas de Ryder The Eagle, ya sea con bases pregrabadas y/o con algún socio aleatorio acompañando.
Ex-componente, junto a su hermano gemelo Jules -nombre artístico en solitario: Jazzboy- de grupos como The Dodoz (más orientados al garage-rock) y Las Aves (en clave tecno-pop), la carrera por libre de Adrien pegó un estirón con "Follymoon" de 2022 -country-pop iconoclasta y juguetón- y desde entonces no ha parado, facturando a disco por año. El cuarto, "Smile, Hearse Driver!" ahonda en su certera visión del gótico americano, aquí entre decadente e irónica: lo que usualmente se conoce como el sketch novelty. En sus piezas resuenan Roy Orbison ("The Agony of a Color That's Dying To Be Seen"), Buddy Holly ("The Room Where Love Comes to Die"), el Alan Vega más acicalado ("The Bed Was Comfier in Hell", "True Romance Is Out On A Cruise Wearing Impeccable Deck Shoes"), The Gothic Archies o Nick Cave ("A Heart That Can't Deny Your Love Is Sharp As a Knife") o el vals disfuncional ("Dead Letter From a Long Distance Godfather"), entremezclados no solamente con la desvergüenza electrónica de Gary Wilson, sino también con la causticidad incorrecta de este último en el apartado lírico. Una banda sonora perfecta de local de alterne en el último rato antes de que cuatro supervivientes acaben expulsados a escobazos del lugar, entre acusados efluvios etílicos e insoportables pesadillas sentimentales.
Aportando el matiz europeísta (por doméstico) nos encontramos casi al final con "The Girl With the Makeshift Tie", cantada a dúo junto a la estupenda fotógrafa Eloïse Labarbe-Lafon -más conocida como Bambi, a la sazón pareja de Adrien Cassignol y responsable de la portada-, canción que juega con el recurso conceptual del binomio chico-chica en clave de erotismo lánguido sesentero tipo Gainsbourg-Birkin, aunque aquí definitivamente más mórbido. Adrien y Bambi ejercen a diario de combo aventurero -creo que siguen viviendo en México, pero su residencia podría cambiar radicalmente en cualquier momento- y de artistas de irrenunciable vocación: unos locos maravillosos. Por nuestra parte esperamos estar más atentos para su próxima visita y poder disfrutar de este imprevisible alt-crooner, aunque sea alejados del hábitat natural de unos títulos por otra parte, y como se ve, inmejorables.

.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)