El magazine digital Canino dejó de actualizarse en 2020, pero hasta hace bien poco todavía podía consultarse todo su contenido en la red. Al darme cuenta de que esto último ya no es así, decido recuperar para el blog los siete artículos que escribí para ellos. Cuelgo los contenidos íntegros con muy puntuales correcciones, fotos diferentes de las que acompañaban la publicación original y, en los casos donde así sea, con otros vínculos de videos si los que se insertaron en su día ya no están disponibles.
La siguiente reseña se encuadró dentro de un artículo-especial de 'Lo mejor de 2018' donde cada colaborador de Canino elegía su disco favorito de aquel año. Para evitar un nombre más o menos previsible o evidente, elegí entonces un ep de Liance, artista muy minoritario de gran delicadeza, que nos volvió a enamorar años después con "This Painting Doesn't Dry" (2021). En esta reseña aproveché para hacer un repaso somero de lo que para mí, en general, había deparado dicha temporada.
Oriente no para de multiplicarse y expandirse no solamente a nivel meramente demográfico o económico, sino también a la hora de producir corrientes cada vez más influyentes (k-pop, j-pop) y numerosas células creativas infiltradas dentro de la escena anglosajona que, hoy por hoy, ejecutan con igual o mejor pericia que sus referentes. En ese sentido, 2018 ha sido un año boyante en lo que respecta a propuestas surgidas tanto en los rincones más insospechados de aquella parte del mundo como incorporadas dentro la escena occidental. Singapur ha brillado con el folk preciosista de Hanging Up The Moon y el power-pop de Sobs; la impredecible China con la revelación indie-pop de vieja escuela –Everything But The Girl en el retrovisor- de Lonely Cookies; y la omnipotente Japón –una de las tres industrias musicales más importantes del mundo- ha alumbrado confirmaciones como el shibuya-kei de Sayonara Ponytail o el reggae sintético de Natsu Summer.
Desde Reino Unido el trío londinense –con cantante japonesa al frente- Kero Kero Bonito se han sobrepuesto a un irregular -pero valioso- debut con un excitante y vitaminado –más guitarras y menos sintes- “Time ‘n’ Place” y el hongkonés –pero afincado en Brighton, UK- James J Li –el motivo principal de esta crónica- ha realizado uno de los discos más talentosos de folk contemporáneo: “The Rat House”, bajo el nombre de Liance (su faceta ambient y de electrónica abstracta queda para su alter-ego como Ministry of Interior Spaces).
“The Rat House” viene en el formato ideal –ep de 5 canciones, más o menos el estándar que puede asumir el oyente actual- y es un dechado de orfebrería sentimental que puede recordar a otros maestros del susurro a media luz como Kings of Convenience o At Swim Two Birds. Se abre con la breve pero perfecta “Bernie Rally”, que trata sobre un flechazo en mitad de un mitin de la campaña electoral del demócrata Bernie Sanders. La igualmente austera “Milk” habla sobre los excesos tras una fiesta desproporcionada, y musicalmente no está nada lejos de cosas como Iron & Wine para dar paso a continuación al momento más estremecedor y rotundo del disco: la propia “The Rat House”, con referencias directas a grupos como Apples in Stereo y con el suicidio revoloteando en cada verso: “Not before taking photographs of each object/ like a forensic scientist taking evidence of my upcoming death”. “Julian” y “In My Own Skin” mantienen el nivel óptimo de inspiración y cierran un prodigio de concisión sedante como pocos, que no dejará de reverberar en nuestros corazones.
Publicado en Canino el 18 de diciembre de 2018
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