jueves, 4 de septiembre de 2025

Beatie Wolfe & Brian Eno, "Luminal"

 



Es un hecho (traducido en múltiples paradigmas) que la crisis climática ha pasado de ser una preocupación a ser una catástrofe imprevisible, devastadora y continua. Su corrección no pasa ni mucho menos por recetas socio-liberales, socialdemócratas, 'comunistoides' ni por supuesto neo-feudalistas (ergo fascistas). Pasa por la educación decrecentista y por el derrumbe de cualquier forma de Estado con el fin de reorganizar en consecuencia la vida (ulcerada) en el planeta.

Si bien Beatie Wolfe y Brian Eno no llegaron a tan radicales conclusiones en la edición de 2022 del simposio Art & Climate del festival tejano South by Southwest, donde coincidieron en una charla sobre la implicación del arte en el maremágnum de la emergencia climática y la salud mental, dicha conferencia sirvió desde luego para impulsar una conexión entre ambos músicos, una como inquieta representante de las últimas generaciones, haciendo hincapié en el tratamiento neurológico en la música, y el otro como personaje ya legendario de los sonidos más audaces de los últimos cincuenta y tantos años, ambos comprometidos con el activismo social más allá de su exclusiva labor como compositores e intérpretes.

De dicho encuentro surgió una complicidad que se ha visto traducida en 2025 en una fértil unión a través de nada menos que tres discos a nombre de los dos: "Lateral" -en plan instrumental-, "Luminal" -más pop- y el inminente -se publicará el próximo 10 de octubre- "Liminal".




"Luminal" nos hace congraciarnos de nuevo, a los fans de (los primeros) Roxy Music y del Eno melódico y hasta connaturalmente folk, con el mismo autor de discos incuestionables en nuestra educación musical de siempre como "Here Come the Warm Jets", "Taking Tiger Mountain (By Strategy)", "Another Green World", "Before and After Science" o incluso "Wrong Way Up" (por citar finalmente otra provechosa confabulación, en este caso con John Cale). Beatie Wolfe, por el otro lado, entronca con el de Woodbridge en su aproximación contemporánea a los arrullos abstraídos, la entereza de cantautora y la pegajosidad armónica.

Los bucles slowcore -o post-pop- en "Milky Sleep",  "A Ceiling and a Lifeboat" o "Breath March" -que funcionan como lógicos convivientes de los pasmos más tétricos de Low, Marissa Nadler y hasta Nicole Dollanganger-, el ambient-pop de anuncio comercial en "24 Hopelessly at Ease"-, el tradicionalismo electrificado -"My Lovely Days"- o las aspiraciones de canción-himno -"Suddenly", "What We Are"- dan como resultado un álbum sólido, accesible y sincero, la prueba irrefutable de que el poder de la música sigue siendo irrenunciable y que, aunque no sea capaz de mover montañas pero sí conciencias, es apta en cualquier caso para pertrecharnos de algo de esperanza.

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