Brilliant
at Breakfast – “Being Verbose Is Easy, Being Verbose Ain't Easy” (Susy, 2011)
Sexteto de indie-pop catecúmeno de un lugar en
apariencia tan insospechado –para el pop- como Yogyakarta, en Indonesia. “Being
Verbose Is Easy, Being Verbose Ain’t Easy” llegó para llamar seriamente la
atención de los fans empedernidos de Sarah Records y -sobre todo- de los que
reconocen la cátedra involuntaria de Marine Girls en ese pop esquemático y
nostálgico de temple doméstico o palidez ausente. Un disco que es toda una
delicia y que debería traspasar océanos. Más información aquí.
Cathy
Claret – “Solita por el mundo” (Warner Spain, 2015)
La máxima embajadora del pop canastero volvía a
mitad de la década después de un hiato demasiado prolongado para entregar otra
obra magna y atemporal, quizá la mejor desde su debut de 1989. Una producción de
lujo para unas canciones concluyentes y ponderadas entre el flamenco-pop
elegante, la chanson francesa, la bossa y ciertas concomitancias con la
sensibilidad del j-pop, donde se transpira a cada instante cariño y una
personalidad fuera de toda duda. Alguien que, como se deja translucir ya desde
el título del álbum, siempre fue a su aire y marca sus propias leyes en cada
momento. Normal que en Japón anden entusiasmados con ella: por esas latitudes
suelen apreciar casi mejor que nadie las excelencias del pop ‘deluxe’. Aquí
en Spotify.
Charlie
Hilton – “Palana” (Captured Tracks, 2016)
El primer disco en solitario de la frontgirl de
Blouse –irrelevante pop de guitarras a la manera de los últimos ochenta- apuesta
por una mayor sutilidad y ambivalencia de registros. Trish Keenan, Nico, Beach
House, Debbie Harry o Maureen Tucker desfilan, espectrales, por sus surcos,
desembocando en un contoneo country-pop con la ayuda de Mac DeMarco. Todo este
tonto encantamiento sigue perdurando. Más información aquí.
Cigarettes
After Sex – “Cigarettes After Sex” (Partisan, 2017)
El hype dream-pop por antonomasia del último
decenio: no se puede explicar de otra manera la impenitente publicidad de cada
entrega de Greg González desde el primer ep. Afortunadamente, al encararse al
debut en formato grande se desvanecen todas las dudas y cualquier escepticismo.
Las canciones triunfan en su medido tradicionalismo, y sus melodías
acarameladas terminan convenciendo hasta al más reticente. Más allá de esto, a
lo que más recuerdan es a los infravalorados Arco -¿alguien por ahí que conozca
su fantástico “Coming To Terms” (2000)?-, entre otras cosas por un registro de
voz equívoca muy en consonancia con el de los londinenses. Pueden acabar siendo
algo así como unos Franz Ferdinand de lo tristón, pero de momento les mostramos
el pulgar hacia arriba. Aquí
su bandcamp.
Cohete – “Cohete” (Micro Macro, 2009)
Más allá de premisas familiares inoculadas en su currículum como grupo (la estirpe de los Godino), su sonido se ha terminado de afianzar a base de moldear una argamasa compuesta por variadas y afinadas influencias de dejan a las claras su coherente y variado criterio. Y es que ya no vale con (sólo) echar mano de los hermanos mayores, Patrullero Mancuso, para solventar la aproximación a su modus operandi. Pellizcos skatalíticos -vía ‘nueva ola’- que trufan buena parte del minutaje del disco, gracias a la potenciación de esa sección de viento que se ha convertido en el abalorio principal del grupo. Las fanfarrias beatleianas, tanto en las voces como en los metales, y las tiernas melodías preñadas de las ínfulas de un Syd Barrett época “The Madcap Laughs” se hacen presentes. El music-hall castizo... Más información aquí.
Computer
Magic – “Spectronic” (autoeditado, 2011)
Junto con el recopilatorio de ultra-rarezas japonés
explícitamente bautizado como “Super Rare” (Channel 9, 2017), este es el mejor
muestreo –aquí en formato ep- hasta la fecha de Danielle Johnson, la última –y
prolífica- superheroína del retro tecno-pop juguetón, añorante de cintas VHS,
ciencia ficción chillona y oscilaciones sentimentales. Como suele pasar tantas
veces, el ímpetu, el descaro y la frescura iniciales han dado paso en los
últimos tiempos a un convencionalismo estilístico que la puede hacer diluirse
entre tanta aspirante a los focos alrededor del género, pero en cualquier
momento puede darnos muchas más alegrías. Yo no la perdería de vista. Aquí
en Spotify.
Cristalli
Liquidi – “Cristalli Liquidi” (Bordello A Parigi, 2017)
El proyecto estrella de Bottin, productor y músico
que le hace a casi todo: house, nu-disco, italo, breakbeat, future-funk… Con Cristalli
Liquidi, desde 2012, ha venido entregando casi todos los años una muestra
normalmente en formato versión incluyendo, entre otras, sorprendentes lecturas
del “You Wanted A Hit” de LCD Soundsystem –“Volevi una hit”, que supera
ampliamente la original de Murphy– o del “Incubo Assoluto” de los pop-rockeros
Stadio, combo triunfante en la década de los ochenta. Todos esos sencillos
previos, junto con nuevas composiciones, fueron reunidas a posteriori en este
álbum fascinante: minimalista, sofisticado, nuevaolero y divertido a partes
iguales, incluyendo joyas inéditas como “Assolvi Lei”, que parece compuesta por
el simpar Franco Battiato, o contando con colaboradores insignes como Alexander
Robotnik [extraído de mi especial retrowave en Caninomag]. Aquí
su bandcamp.
Cristina
Lliso – “Si alguna vez” (GASA, 2012)
Quince años después de la despedida de uno de los
mejores grupos españoles de la historia –y de los que mejor han envejecido con
el tiempo-, Esclarecidos, su vocalista Cristina Lliso reapareció debutando en
solitario sin apenas hacer ruido, con la habitual modestia y la intrínseca discreción
que siempre han caracterizado a la madrileña y, por ende, a su formación
histórica. Después de un final un tanto frustrante de aquel grupo,
sorprendentemente precipitado hacia los cantos de sirena del estomagante
trip-hop, Cristina, por fortuna para todos, restituyó la elegancia clásica de
Esclarecidos al siglo XXI, haciéndose cargo de las letras –algo casi inédito
hasta ese momento-, entre la cotidianeidad y el doble sentido, para completar
un pop otoñal que nunca conocerá fecha de caducidad. La patente demostración de
quién estuvo siempre delante del mejor pop adulto en España. Aquí
en Spotify.
Damon
Albarn – “Everybody Robots” (Parlophone, 2014)
Nunca fui muy fan de Blur, aparte de momentos
puntuales. Por supuesto nada de Gorillaz. Pero sí que hay dos discos del líder
de ambas formaciones que nunca han dejado de fascinarme. Hablo del único álbum
hasta la fecha de The Good, The Bad & The Queen (el supergrupo con, entre
otros, Paul Simonon) en 2007 y de este “Everybody Robots” que es, oficialmente,
su primero en solitario. Ambas grabaciones comparten de alguna manera esa
concepción casi líquida del pop sintético de apariencia liviana que se mueve
entre cierta experimentación controlada siempre bien sujeta al formato
canción (brit)pop de toda la vida. Los efluvios de Madness, XTC o The
Colourfield siguen ahí, y el tono melodramático y nocturno de buena parte
de las piezas incluidas en él le da una atmósfera intransferible. Hits irresistibles marca de la casa –“Mr.
Tembo”- y la sensación general de unas canciones que arrancan como esbozadas
pero que milagrosamente van cogiendo un cuerpo inmejorable. Aquí
en Spotify.
David
Bowie – “Blackstar” (RCA, 2016)
A ver, no es “Les Marquises” o “Beyond the Sun”,
discos terminales que acongojan de principio a fin en su inminente –y casi
insoportable- coqueteo con el tánatos. Pero no deja de ser una más que loable
despedida de quien lo fue todo en el mundo del rock y que venía arrastrando
desde hacía ya demasiados lustros una carrera un tanto discreta. ¡Qué
demonios!, no todos los días salen a la luz gemas del calibre de “’Tis a Pity
She Was a Whore”, “Dollar Days” o “I Can’t Give Everything Away” y que SOLO A
ÉL le salían perfectas. Mayor Tom no podía dejar este planeta sin activar su
última jugada maestra: un disco con todas sus claves –las mejores- a flor de
piel, con una estética rotunda y la magia revivida. Post-pop-glam-punk a ritmo
de jazz cibernético y apocalíptico. Triunfo total en la foto finish de una
existencia tremenda. Aquí
en Spotify.
Deerful
– “Peach” (Where It’s At is Where You Are, 2017)
“Peach” ayudará a los más escépticos a
congraciarse con ese sub-género tan insípido y embobado como suele ser
normalmente la indietrónica. Con Winston, afortunadamente, los loops
planeadores de bajo coste sirven para mucho más que para disfrazar la
precariedad melódica habitual de impostura indolente. Despejando poco a poco su
querencia inicial por The Magnetic Fields o por la franquicia sonora japonesa
–picopop de 8 bits y techno kayō- surge oscura y contenida tensión recubierta de
acertado remanente ochentero. Buenas lecciones de un pop en apariencia menor
pero gigante en prestaciones. Aquí
su bandcamp.
Destroyer
– “Kaputt” (Merge, 2011)
Irregular, excesivo, presuntuoso… el homenaje de
Dan Bejar al sophisti-pop de los ochenta –al menos en el sentimiento- estuvo a
punto de saldarse como uno de los grandes fakes de la última década, pero
piezas como “Chinatown”, “Savage Night at the Opera”, “Suicide Demo for Kara
Walker” y, sobre todo, la propia “Kaputt” (¿el mejor hit de los 2010?) le
mostraron en un momento de forma fastuoso con una grandilocuencia finalmente asumible
y una sensualidad contagiosa. Y en esas sigue estando siete años después.
Además de a Bryan Ferry o a Steely Dan a lo que más recuerda –esos saxos…- es
al “Andromeda Heights” de Prefab Sprout. A pesar de su ya dilatada trayectoria,
podemos considerar a Bejar casi un ‘one album wonder’. Huelga decir que ni “Poison Season” ni “ken” pudieron hacerle reverdecer laureles de nuevo ni de
lejos. Respecto al último de ellos, seria conveniente que alguien le dijera a
Bejar –y ya de paso a Ben Watt- que emular los solos de Mark Knopfler jamás fue
divertido… Aquí
en Spotify.
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