Dominique
A – “Éléor” (Cinq7, 2015)
“Éléor” es un disco más de Ané y, por lo tanto, no
uno cualquiera. La vuelta a la inmediatez y accesibilidad de “La mémoire neuve”
o “Auguri”, transpirando una vez más el desbordante romanticismo
existencialista, la firme musculatura declamatoria y la pulsación
indestructible de siempre. Driblando la chanson, el post-rock, el art-punk o el
pop de cámara hasta hacerlos inclinarse sin remisión a sus deseos. No hay más
que acercarse al aguijoneo juguetón de los teclados de “Central Otago”, a la
pericia en los movimientos cinemáticos de “Celle qui ne me quittera jamais” o a
los claroscuros henchidos de turbadora prospección confesional de “Cap Farvel”
-descolgando a compañeros de viaje como Tindersticks- para darse uno cuenta de
que el estado de gracia sostenido en el tiempo existe. Más información aquí.
Dulce
Neves – “Mundo Rabida” (IEFE, 2014)
El gumbe de Guinea-Bisáu es, como otros
colindantes del África occidental –la coladeira caboverdiana o el makossa
camerunés- un género proclive a la retroalimentación con ciertos cánones del
primer mundo en cuestión de arreglos y recursos técnicos, muy especialmente los
que se refieren a la aplicación electrónica en sus formas. La representante
máxima del primero de ellos es Dulce Neves, pionera femenina en un país
dominado musicalmente hasta la extenuación por varones. “Mundo Rabida” enfatiza
si cabe aún más esos presupuestos sintéticos de lo que lo hacía en el
imprescindible “Nha Distinto” (Sonovox, 1997) manteniendo además los influjos de
flamenco, de soukou o de pop mediterráneo de este. El resultado es un disco
todavía más bailable y más impetuoso: una fiesta continua. Aquí
en Spotify.
Elzbieta Adamiak – “Zbieram Siebie” (4ever Music, 2009)
Este disco de la en otro tiempo denominada ‘Elis Regina polaca’ contiene algunas de las partituras más terriblemente hermosas y profundamente serenas de los últimos diez años. Pianos y acordeones en ristre que, inevitablemente, llevan billete directo a varios puntos indeterminados del Mediterráneo más mágico. Son baladas no exentas de complejidad armónica, algunas nuevas y otras ya conocidas anteriormente y que funcionan como complemento perfecto a su histórico debut –“Elzbieta Adamiak”- de 1980. Insondable hermosura. Aquí una pequeña muestra.
Emilio
José – “Agricultura Livre” (Foehn, 2015)
Tropicalismo paria e iconoclasta en una hercúlea
exhibición consistente en 52 canciones que, extraordinariamente, apenas flaquean
en su conjunto. El de Quins sigue disparando contra todo y contra todos
mientras se le aparece el ángel de la inspiración con sorprendente fluidez. La propuesta musical más valiente e
insobornable hoy por hoy sobre la piel de toro: tres discos en uno para
paladear con calma: milagrosamente algunos aún seguimos tratando de digerir
semejante belleza apenas abarcable. Aquí
su bandcamp.
Enjoy – “Another
Word For Joy” (Burger, 2016)
El proyecto personal del californiano Wyatt Shears
es más directo y accesible que el que, por ejemplo, mantiene a medias con su
hermano Fletcher en The Garden. “Another Word For Joy” es la cúspide de otra de
esas trayectorias irrefrenables al calor de la red -13 álbumes en apenas seis
años-: un desvergonzado catálogo de ocurrencias a ritmo de dance-punk latoso,
new wave ratonera y rap informal. Bendecido de alguna manera –o no- por Mark E.
Smith, Shaun Ryder o Carter the Unstoppable Sex Machine, Enjoy es lo que
debería estar escuchando ahora mismo y over
the world cualquier pijo alternativo que se precie. Aquí
su bandcamp.
Espanto –
“Fruta y Verdura” (Austrohúngaro, 2016)
Acertadísima producción de Hidrogenesse, acercando
el ascua a la sardina de lo sintético, logrando un muestreo definitivamente más
maduro, expresivo e ilustre que de costumbre. Teresa Gimeno (que aquí canta
como nunca) y Luis F. Bayo jamás hasta entonces habían decepcionado, pero
faltaba este empujoncito definitivo para que su propuesta acabara en ovación
incontestable. Aplicadísimos alumnos de Single (o Le Mans), Dinarama y, sobre
todo, Vainica Doble, sus historias costumbristas con retranca hasta los bordes e
interpretaciones solo en apariencia desapasionadas han ganado una barbaridad en
precisión y seguridad. ¡Benditos zalameros! Aquí
en Spotify.
Ex-Pat –
“Does Life” (autoeditado, 2017)
Patrick Weil juega a ser tu crooner en ese preciso
instante en el que se va enfilando la resaca, previo a las primeras luces del
día. Como un Prince de vertedero -circa “Purple Rain”: escuchen “Weight of a
Thousand Suns”-, reverberado por programaciones de saldo, romanticismo lo-fi y falsetes
a troche y moche, el de Harrison (Nueva York) hizo uno de los monumentos de eso
tan inconcreto pero a la vez tan socorrido que ha dado en llamarse hypnagogic
pop. Aquí su bandcamp.
Extraperlo
– “Desayuno Continental” (Mushroom Pillow, 2009)
Los niños mimados de la a menudo demasiado vanidosa
escena barcelonesa de finales de la década pasada irrumpieron como un pequeño
hype con “Bañadores”, rodaja de pop piscinero que servía de adelanto a este
debut con influencias de Orange Juice o Armas Blancas en las guitarras y su
correspondiente aplicación selvática. Aunque la forma de cantar de Borja Rosal
pudiera hacer pensar en un primer momento y superficialmente en Germán Coppini,
Extraperlo estaban mucho más cerca del funk aguado y mbaqanga de Ciudad Jardín
–aunque con más electrónica- que del 'latineo' de Golpes Bajos. “Desayuno Continental”
tenía el desparpajo de jugar con unas herramientas que todavía estaban por
controlar, consiguiendo en contraposición algo muy fresco y hasta cierto punto
atrevido. Su siguiente paso, “Delirio Específico” -de 2012 y ya con etiqueta
Canadá-, supuso un paso atrás importante, mientras que “Chill Aquí” les ha
terminado de reflejar, hasta nueva orden, en el espejo de la caricatura ‘cool’.
Aquí
en Spotify.
Fernando
Alfaro – “La Vida es Extraña y Rara” (Marxophone, 2011)
Padre putativo del indie estatal -líder de Surfin’
Bichos y Chucho- Alfaro, después del (más que notable) precedente de
“Carnevisión” (Los Enanos Gigantes, 2007) como Fernando Alfaro y Los
Alienistas, terminó por decidirse por fin en 2011 a debutar en solitario, con
una equilibrada y sustanciosa producción de Raül Refree. “La vida es extraña y
rara” es la enésima piedra filosofal de un compositor esencial cuya escritura
torcida y bastarda y su pop carnal parece que nunca van a perder fuelle y
capacidad de persuasión. Era difícil decidirse entre este y “Saint-Malo”
(2015), pero este primero cuenta con varios goles psicológicos que terminan por
decidir cualquier tipo de finales: entre los más destacados “Extintor de
incendios” y “Camisa Hawaiana de Fuerza”, ambos para la posteridad. De hecho es
este segundo el que pasó a formar parte por derecho propio y desde el primer
momento, junto con “Gente abollada”, “Fuerte!” y “Magic”, de la exclusiva
colección de clásicos intemporales e indiscutibles compuestos por el albaceteño en las últimas
décadas, algo de lo que muy pocos de su generación –por no decir ninguno- puede
alardear. Aquí
en Spotify.
FM
Attack – “Deja Vu” (Tonite, 2013)
Ya el mismo nombre con el que fue bautizado este
dúo canadiense da la medida de las intenciones retrofuturistas y hertzianas a
la manera de los ochenta del proyecto. “Deja vu” solo tiene ocho cortes pero
hits por un tubo: “With you Tonight” -un poco a la manera de los primeros
Depeche Mode-, “Magic” –himno synthpop de última generación con la voz de la
emergente estrella neo-AOR Kristine-, “Activate” –flamante proto-italo-, “Fade
Away”, “Runaway”, “Tears Don’t Lie”… irresistibles tonadas sinópticas que
parecen escritas hace más de treinta años para asaltar todas las inimaginables
listas de éxitos. La Capilla Sixtina del retrowave. Aquí su bandcamp.
Francis
E Guinga – “Francis E Guinga” (Biscoito Fino, 2013)
Francis Hime, pianista tan referencial que a día
de hoy se le puede considerar, sin temor a exagerar, como uno de los
principales mantenedores del clasicismo brasileño post-Jobim, y Guinga -intérprete muy tardío pero autor precoz en cambio y
a tener bastante en cuenta- hacen acopio de muestras de sus dos repertorios por
separado más algunas inéditas para la ocasión para dar rienda suelta a ese gusto
por la filigrana melódica y el ensimismamiento nostálgico que no emplea
arreglos acomodaticios. Un disco recio, de instrumentación ajustada y
sobradamente competente en todos los aspectos, contiene en su interior una
muestra panorámica de creaciones hechas a medias con otros titanes de la talla
de Vinicius de Moraes, Paulo Pinheiro o Chico Buarque. A la voz ajada de Guinga
por un lado se contrapone por otro la más atemperada y grave de Francis Hime. “La belleza es una quimera junto a ti y la
primavera es nada”, canta el segundo en “Nocturna”. “Amor que hasta puede asustar”, replica Guinga a continuación en
“Minha”. Cinco años después sigo aconsejando fervientemente semejante rosario
de emociones. Más información aquí.
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