sábado, 16 de diciembre de 2023

Alice Phoebe Lou, "Shelter"

   




Mentiría si no reconociera que me costó entrar en este último trabajo en solitario de la cantante sudafricana: es lo que tiene ser eclipsado -"Shelter" y prácticamente el resto de álbumes publicados este año- por su propio proyecto paralelo Strongboi, mi ojito derecho de largo.

La cuestión es que su concierto en Madrid a finales del mes pasado, donde Alice tocó varias muestras de este material reciente me dio muy buenas sensaciones -normalmente no suelo equivocarme demasiado: cuando escucho en directo canciones que no conozco mucho, o en absoluto, según sean las vibraciones en el momento eso luego se ratifica a favor o en contra, según sea el caso, escuchándolo tranquilamente en casa-, muy buenas sensaciones a pesar de los inconvenientes de última hora: un acceso de fiebre de Lou que no consiguió doblegarla, consiguiendo la artista y su grupo de acompañamiento redondear una velada formidable. Además de talentosa, es toda una profesional.

"Shelter", ya una vez replanteados mis prejuicios someros, muestra una aguda y constante basculación entre folk americano -una muy ligera pátina de country se adivina en su adn-  y el bombeo flemático típico de la emotividad crooner, siendo este último aspecto el más proclive al arrebato personal, el que transmite mayor química, a mi juicio, en el oyente potencial.






El aire indefectiblemente mercurial y aterciopelado de "Angel", "Open My Door" o "Shine" (como Judee Sill en modo Burt Bacharach) se va intercalando con el sonido indie-yatch de "Shelter" que tan bien maneja Alice Phoebe Lou sola o en formato dúo. "Lately" -en la delgada línea que separa el soft-pop del influjo de Nashville- incide en la vena más compungida del asunto, al igual que "Hammer", siendo esta última la que se destapa a mi modo de sentir como la más sobrecogedora del conjunto. 

"Don't listen to the laws that make you feel small/(...) let's heave before you're leavin'" canta en la bucólica "My Girl", cerrando a modo de desnuda pero enérgica insubordinación feminista. 

Aunque no llegue al nivel de plenitud de "Paper Castles", lo último de Alice Matthew sigue creciendo a cada escucha.

lunes, 11 de diciembre de 2023

MARO, "Hortelã"

  




La feliz recuperación del encaje decididamente espartano en las últimas canciones de Mariana Brito da Cruz, tras el funcional uso de la electrónica en su "Can You See Me?" del año pasado, y un paso más bien discreto por Eurovisión -"Saudade Saudade"- representando a su país -Portugal- , ha dado como resultado "Hortelã", una obra que se revela fundamental en el devenir ya no solamente de su carrera, sino en el del panorama musical a este lado del Atlántico.

El sentimiento, tan austero como conmovedor que transita todo el disco -reflejado con rigurosidad desde la portada- irrumpe con litúrgico acento ya a partir de la inicial "Oxalá" y da con muchas de las esencias que se van a desarrollar luego a lo largo de su minutaje: folk engalanado con arpegios elegíacos -impresionante trabajo en este sentido de Darío Barroso y Pau Figueres-, entrecruzados magistralmente con compostura flamenca y circunspección fadista.






MARO recupera "Juro que vi flores", ya incluida en su disco del 2022 con la participación entonces, nada menos, que de Milton Nascimento. En la revisión que incluye "Hortelã" la artista invitada es Silvia Pérez Cruz y, ciertamente, su participación a la segunda voz es igualmente fabulosa y emocionante, siendo una de las pocas ocasiones que la de Palafrugell ha conseguido sacarme de la indiferencia que me suelen producir sus interpretaciones: otro motivo para celebrar.

"Se noutra vida não te encontrar, vou nem viver pra te procurar, que a minha vida vivida é você". Amor, menta y agua a raudales. Pureza sin falsas coartadas ni especulaciones, a corazón abierto: "sou fundo sem fim (...), que eu sou casa sem tecto e que tens morada em mim". Esto es cosa seria, en todos los sentidos.

martes, 5 de diciembre de 2023

Ary Lobo, "1958-1966"

 




Aún a día de hoy, la denominada música nordestina brasileña -formada históricamente por géneros como el baião, el coco o el forró, siendo este último el más paradigmático- tiene pendiente superar una marcada denotación regionalista que impide que dichos estilos puedan ponerse a la misma altura que otros del mismo país, mundialmente conocidos y valorados, como el samba, la bossa nova o la MPB. En este sentido, apuestas como las del sello alemán Analog Africa, en su incansable labor por rescatar grabaciones trascendentales y/o necesarias de los sonidos latinoamericanos o africanos de décadas pasadas, ha permitido en las últimas semanas la recuperación de una serie de interpretaciones diseminadas en el tiempo -en concreto en el periodo más efervescente suyo- de Ary Lobo, uno de los máximos embajadores de los bailes antes enumerados, viniendo a saldar en parte la atávica desventaja.

Es hora de ir más allá de Elba Ramalho, Chico César o Mestre Ambrósio -habituales en los recopilatorios más socorridos del forró, por ejemplo-, propuestas todas ellas muy respetables, y poner en contexto de manera urgente el punto de fricción con el que la generación de los años cincuenta prendió la llama fonográfica de todos estos ritmos, a través de los discos de Jackson do Pandeiro, Camarão -también repescado por Analog Africa en fechas recientes- o Ary Lobo.




A través de números de Jota Cavalcante, Gordurinha -la conexión sambista, de quien Lobo tuvo a bien grabar su inmortal "Vendedor De Caranguejo", como también hizo Gilberto Gil en su disco "Quanta" que tanto nos marcó a los incipientes consumidores de música brasileña en los años noventa- o Ary Monteiro, Lobo cantaba a todos ellos con imperioso desenfado, con un compás tan preciso como bamboleante, sobre el discurrir cotidiano en su radio de acción más próximo, donde religión y música pagana se funden y confunden con desarmante desenvoltura. Y con el omnipresente acordeón oficiando de orixá revivido.

Aunque "Vendedor De Caranguejo" no aparece en esta muestra, y tampoco "Chiclete com Banana" -también divulgada, entre otros, por Gil-, si se incluye de Gordurinha la versión de Ary Lobo de "Pedida a Padre Cicero", que viene a corroborar el inmenso talento rítmico y melódico de Waldeck Artur de Macedo (nombre real de Gordurinha), una especie de Faustino Oramas "El Guayabero" bahiano, con esa punzante gracia rimadora -marcadamente antiimperialista en el caso del brasileño, por cierto- y esos trepidantes recovecos armónicos que parecen fáciles pero encierran tonalidades nada desdeñables y que proporcionan al forró desde entonces una deslumbrante riqueza, patrimonio de la mejor danza popular.

jueves, 23 de noviembre de 2023

Molly Burch, "Daydreamer"

   




En cuestiones de criterio -en este caso musical- cada vez agradezco más poder comerme mis palabras. Si en 2021 dudaba del acercamiento a texturas más sintéticas por parte de Molly Burch -fue en concreto en la reseña del disco de aquel año de Eve Adams-, el "Draydreamer" (Captured Tracks) de la angelina, que insiste en la misma línea, pero esta vez con una inspiración manifiesta que en "Romantic Images" costaba vislumbrar, me ha hecho recapacitar y terminar rendido a su última apuesta, máxime cuando Burch había debutado con "Please Be Mine", una de las obras mayores del neotradicionalismo pop de los últimos lustros.

Empezando por la producción de Jack Tatum (Wild Nothing): valiente, arrolladora e infecciosa. Es en "Physical", "Baby Watch My Tears Dry" o "2003" donde Molly y Jack apuestan encarecidamente por recrear ese pasado de alguna manera idealizado que nunca vivieron, expresión máxima de aquello que llamamos retrowave y que, al contrario de lo que suele ocurrir con los exponentes habituales del género (muy de canción esporádica realmente atractiva), aquí mantiene un nivel notable en estas tres piezas y a lo largo luego de otros tramos del resto del disco, gracias al más que efectivo talento compositivo de Burch. Es pop electrónico descarado, con guiños al AOR -vertiente new wave- de los ochenta -pero evitando mayormente las guitarras casposas que arruinaban el resultado final en aquella época-. Todo ello enhebrado a base de inteligencia y naturalidad con los baladones sesenteros marca de la casa -"Tattoo" y, sobre todo, las monumentales "Beauty Rest" o "Bed", que cierran de la mejor manera-.




De regocijantes pueden calificarse el estribillo de acordes abiertos de "Unconditional" -por la forma casi insolente de recalcarlo-, así como "Heartburn", el single más preclaro de toda la serie. El puntal sophisti corresponde a "Champion", con su acertado cambio de tonalidad y ese solo de saxo tan conveniente.

Puedo ver las caras de los críticos indie-rockeros acostumbrados a minusvalorar todo lo que suene a años ochenta: se notan sus sarpullidos y su paternalismo perdonavidas a la hora de sentarse a escribir y valorar un disco como este. Ni caso: esto es una gozada total que nos reconcilia con la mejor escritura de Molly. Todos los interesados salimos ganando: a ella le ha valido para exorcizar fantasmas de su pubertad, y a nosotros para adherirnos con fruición una vez más a las entrañas del mejor pop, que es el de entonces, ahora y siempre.

viernes, 17 de noviembre de 2023

Rogê, "Curyman"

  




El renacimiento de Arthur Verocai como ejecutante (tuvieron que pasar treinta años para que el legendario álbum homónimo de 1972 tuviera su continuación, sobre todo, en el "Encore" de 2007 realizado junto al incombustible Ivan Lins y los fusionistas Azymuth) no debe hacernos olvidar la otra labor por la que es reputado en Brasil y que apenas ha abandonado desde que irrumpió en el panorama nacional: la de arreglista.

Y, desde luego, eso se nota con creces en el "Curyman" del carioca Roger José Cury donde el reivindicado autor de "Sylvia" ha desparramado un auténtico festín de cuerdas y reverb desde la primera canción. En "Nação Tupi" o "Mistério da Raça" demuestra el por qué a Verocai, recurrentemente, le llaman 'El Robert Kirby brasileño' -vale, no nos olvidemos de la referencia de Francis Hime, que nos queda más cerca-. En las composiciones recias y resueltas de Rogê, incluso con ese punto áspero y agreste de la guitarra, sus vestimentas le van como anillo al dedo. Concretando, es un viaje a finales de los años sesenta y principios de los setenta -donde, evidentemente, Verocai se mueve como pez en el agua- a base de un samba tan gótico como anhelante.






El pegadizo moog de Thomas Brenneck -guitarrista de Lady Gaga, Beyoncé, Jay-Z o Amy Winehouse- marca el mejor y más efervescente momento del disco: "Existe Uma Voz" (¡esa cadencia!). En "Se Eu For Falar De Amor" Rogê se marca una bossa nova de cámara de saudade casi lacerante y "Grito do Natureza" desfila por el influjo del mejor Gilberto Gil.

El cuarto disco en solitario de Rogê, con unos mimbres inmejorables a su alcance -tanto propios como ajenos-, desde un prisma tradicional, enigmático e indomable, va camino de convertirse en un pequeño gran clásico de la escena de su país (y parte del extranjero).

martes, 14 de noviembre de 2023

Angelo De Augustine, "Toil and Trouble"

 




No tengo muy claro si grabar para Asthmatic Kitty Records, hacer un disco a medias con uno de los fundadores del sello -el sobrevalorado Sufjan Stevens, digámoslo ya-, tener un estilo parecido (¿deudor?) respecto al autor de "Illinois" y sacar nuevo álbum el mismo año que Stevens publica el mediático "Javelin", en definitiva, si todo ello acabará siendo a la larga muy beneficioso para Angelo de Augustine. Si el conjunto "A Beginner's Mind" de 2021 le hizo ganar en visibilidad y le puso en el mapa para cierta intelligentsia, tanta connivencia a la postre creo que desgraciadamente acabará por lastrar una carrera que se antoja lo suficientemente brillante para no quedar enterrada por culpa de tamaña dependencia. Ojalá me equivoque.

"Toil and Trouble" no decepcionará en absoluto a los que, como yo, quedaron prendados de un "Tomb" (2019) que, en 2023, ha encontrado la mejor de las continuaciones. Desde la inicial "Home Town" -cuya letra, indirectamente, parece presagiar el actual genocidio del estado israelí en Gaza- percibimos que persisten sus evidentes querencias nickdrakeianas -que se repetirán en la harpeada "The Painter"- o ese punto de cocción tan Mojave 3 en la forma susurrante de cantar. Los avistamientos de "The Ballad of Betty and Barney Hill" añaden más temperatura y mordiente a una manera de hacer de por sí recogida y vulnerable y dan paso al momento estrella del disco como es "Memory Palace", de un conseguidísimo refinamiento, pertrechado de acordes escrupulosamente visionarios: folk cinco estrellas.






"Another Universe" y "Song of the Siren" son otros dos de los más destacados encuentros extrasensoriales. El primero persiste en el tema de las abducciones ufológicas, y parece romperse al final del contacto con el exterior, en pleno estribillo. El segundo se beneficia de unos arreglos de teclado que simulan una orquestación rotunda y escalofriante.

Qué demonios, el disco entero es una absoluta preciosidad -hasta la canción casi de fuego de campamento que da título genérico al álbum-. Y aunque la portada una vez más no haga justicia al contenido, esto último supone un paso adelante en la carrera de Angelo de Augustine, a pesar de esa atadura autoimpuesta que implica el mecenazgo en el que se haya embrollado.

lunes, 6 de noviembre de 2023

Video Age, "Away From the Castle"

 




Pocas cosas han cambiado en el hogar del dúo de Nueva Orleans desde que los propios Farbe y Micarelli decidieran concretar con mucho acierto su sonido en el difícilmente superable "Pop Therapy" (Inflated, 2018), alejándose del indie-rock aleatorio de sus primeras canciones y apostando por el pop de teclados cremosos y armonías vocales ultracursis que ya les hace tan distinguibles. Esta vez quizá la canción titular, que apuesta por unas guitarras abiertamente byrdianas, o la robustez eléctrica de "Adrian" marquen unas ligeras novedades -o más bien ampliaciones- respecto a la línea explotada.

Las letras, como también viene siendo costumbre, subrayan el aquí y ahora entre sencillos alegatos existenciales que empujan tanto al hedonismo -la más descaradamente bailable "Just Think"- como a blindar la fortaleza de la intimidad -"Anything For You", "Better than Ever" o "Is It Really Over?-. En la última citada, por cierto, apuntan a una hipotética barroquización de New Order, con resultado satisfactorio y, de alguna manera, acorde a la propia portada.






En un tiempo en que coetáneos como Divino Niño parecen haber arriesgado para acabar perdiendo parte de su encanto en el camino, este 'no news, good news' de Video Age nos hace suspirar aliviados: su pop "pacífico" sigue gozando de irresistible efectividad.

martes, 31 de octubre de 2023

Ana Frango Elétrico, "Me Chama De Gato Que Eu Sou Sua"






Ninguna duda de que Ana Faria Fainguelernt está en la pomada del mejor pop brasileño del último lustro. Después de su reinterpretación del tropicalismo más psicodélico de finales de los sesenta en el aclamado "Little Electric Chicken Heart" (Risco, 2019), su nuevo "Me Chama De Gato Que Eu Sou Sua" avanza una década para posicionarse en la era dorada de la música disco -vertiente boogie-, como bien apuntan las resultonas "Electric Fish" -single de adelanto- y "Dela" -aquí haciéndose acompañar de JOCA, su parteinaire en Almoço Nu -, ideales para ir calentando motores de cara a la pista de baile. Este último acercamiento estilístico no es nuevo: ahí está el trepidante single de 2020 "Mulher Homem Bicho" (no incluido en ningún lp), escrito a medias con Ava Rocha. 

Pero también hay espacio para rebobinar más atrás y emular las caricias de Nara Leão o Astrud Gilberto en "Nuvem Vermelha" o "Camelo Azul". Eso sí, los momentos más destacados se colocan principalmente en el tramo final y son "Insista en Mim" -el segundo single-, un insinuante mid-tempo con efluvios arrebatadores de philly sound y "Dr. Sabe Tudo" -trajeado con bajo programado nu-disco de reminiscencias ochentas-, el verdadero hit del álbum.






Vuelven a ser sendos aciertos, como ocurre desde su balbuceante debut "Morma​ç​o Queima" de 2018, tanto la brevedad en cuanto a duración como esa sensación de transitar con una desenvoltura pasmosa por géneros con solera no cayendo nunca en el pastiche. Sin ser una obra maestra incuestionable -pero sí un producto destacado de los últimos doce meses-, "Me Chama de Gato Que Eu Sou Sua" continúa por la senda adecuada de inspiración y oficio que destapó su predecesor. Aun y con todo lo mejor suyo, sospecho, todavía está por llegar: permanezcan atentas a sus pantallas.

martes, 24 de octubre de 2023

Paavoharju, "Y​ö​n mustia kukkia"






"Y​ö​n mustia kukkia" (Fonal) es tratar de llevar la fascinación hasta las últimas consecuencias. Revestir la inspiración que generan determinadas imágenes con una banda sonora que funciona como un traje de camuflaje casi perfecto. Hacer hablar, cantar (¡moverse!) a seres que existieron hace cien años, y cuyas fisonomías resistían congeladas milagrosamente en los cimientos de las ruinas de un lugar llamado Salmu House.

El retorno de los finlandeses Paavoharju -capitaneados por Lauri Ainala, exclusivo impulsor del concepto de este último disco- retoma a su vez los ambientes espectrales e intangibles de sus dos primeros álbumes -por eso "Y​ö​n mustia kukkia" se anuncia como el capítulo final de una trilogía, basada en trabajo de campo extremo-, ese folk preñado de sombras ilusorias y de ecos que invitan a descifrar recuerdos insospechados: ambient tan glacial como perturbadoramente bello. No importa de manera inmediata de qué hablan las letras de lo que se entona en las piezas llevadas a tal efecto: la poesía prospera de manera intrínseca en las partituras, en el espacio sonoro y en sus melodías. Aun así títulos como "Todo oscuro", "Canción de las flores del valle" o este "Flores negras de la noche" pueden servirnos para darnos pistas aproximadas sobre las intenciones de sus autores.






Son tonadas con vocación de himno mortuorio -"Haihtuu", "Jää"-, que no desestiman la electrónica latente -"Pyhään aukiopaikkaan"-, que recrean bailes de salón casi olvidados -"Unen polka"- y gorjeos a la manera de sus paisanos Eleanoora Rosenholm -la canción que da título a la colección-.

Grabación de cabecera si no se le teme al abismo y sus implicaciones.

lunes, 16 de octubre de 2023

Kirinji, "Steppin' Out"






Hay artistas a los que uno parece predestinado, de lleno, por el target. Sin embargo, no encuentra esa grabación que termine por meterle en su universo. Si a eso le sumamos la constancia con que dichos artistas publican, la cosa siempre parece que se va a regularizar en cualquier momento.

El encontronazo personal, ya por fin feliz, con キリンジ aka Kirinji, ha tenido lugar en este 2023, y tras haber tanteado su propuesta en el pasado con las escuchas, principalmente, de "3" (Warner, 2000) y "Aiwo Arudake, Subete" (Universal, 2018), quizás los más aclamados de una discografía amplia y con unos giros de guión, en cuestiones de formación, cuanto menos curiosas: de fundarse como dúo con los hermanos Horigome (Takaki y Yasuyuki), finalmente el proyecto ha quedado en las exclusivas manos de Takaki, no sin haber pasado en medio como sexteto oficial hasta 2020 y tras la marcha de Yasuyuki en 2013.






"Steppin' Out" es el decimosexto álbum (sin contar compilados de remixes ni bandas sonoras) del de Sakado y tiene en la complejamente arquitectónica "Runner's high" (tan de paisaje abierto como apunta la portada) y en el ultrahit de maneras city pop "Nestling" un despegue irremediablemente cautivador. Toma un cariz más clásico "Anata no yubisaki de", remitiendo tanto a The Beatles como a Eiichi Ohtaki. "Settoku" y "Honomekashi" (con So!YoON! de SE SO NEON) contienen partes rapeadas, algo que han practicado desde su fundación en 1996, aquí sin arruinar en absoluto la vocación eminentemente pop de estas piezas. Más bacharachiana -vía shibuya kei- es "I ♡ kabukichō", y el músculo synth-funk -pienso en sus compatriotas Nona Reeves- tiene en "Bukakkōna seiza" a su principal e insigne representante.

Pero si hay algo que, en todo el conjunto, hace triunfar por todo lo alto a "Steppin' Out" es la plasticidad maestra a la que Takaki Horigome parece consagrarse sin aparente esfuerzo. Y hay más: el disco transpira esa complicidad en arreglos y melodías a la que estamos abonados los fans del mejor y más refulgente pop japonés. Sin complejos y a lo grande.

miércoles, 11 de octubre de 2023

Wave to Earth, "0.1 flaws and all."








"Bad", la canción que abre el primer largo (ambicioso: 14 cortes, a modo de disco doble) de este grupo surcoreano, me hace pensar en el trilladísimo indie-rock de los años noventa vertiente power-pop melódico, pero con una gracilidad de la que apenas se disponía en aquel periodo, con un acabado lejanamente country a modo de extra. Es la canción más sobresaliente del conjunto, o al menos la que más y mejor se queda en una primera escucha. Y también, de alguna manera, la más diferente.

La cosa se pone más edulcorada aún con "Sunny Days" gracias a la irrupción de unos teclados leves y una fina capa de tonalidades soleadas setenteras. En "Peach Eyes" se suben al carro del revival de pop sofisticado californiano tan en boga al menos en el último lustro. "Evening Glow" les hermana con ese dream-pop incisivo de fantasía que siguen practicando con similar meticulosidad los japoneses Pictured Resort.






"Calla", donde Daniel Kim -líder de la formación- avanza en unos requiebros vocales muy cercanos a los de Green Gartside, da paso a la canción estrella, "Love.", embutida de un romanticismo inmisericorde que ha ayudado a granjearles una reputación considerable entre el público más adolescente de su país natal a través de plataformas como TikTok, y también en gran parte gracias al carismático fraseo de la guitarra solista. El tramo final, sobre todo a partir de "Homesick", se desenvuelve mayormente entre dunas de satén (hay hasta ocasionales saxos) y algún que otro arrebato eléctrico, por suerte más atemperado que en el caso del grupo previo de Kim, The Poles.

"0.1 flaws and all." es un disco que en esa primera audición puede resultar demasiado empalagoso incluso para el más pintado. Pasada esa reacción inicial, y echándole un poco de paciencia (tampoco tanta, en verdad) acaba uno hechizado en base a un trabajo armónico y evocador verdaderamente concienzudo, de notables resultados.

lunes, 9 de octubre de 2023

Mahmundi, "Amor fati"







El intríngulis recurrente de la música pop: hacer canciones vendibles que contengan las suficientes dosis de personalidad para trascender y evitar el descenso inexorable hacia el infinito contenedor de kleenexes sonoros con marchamo de marketing agresivo. Conseguir la melodía efectiva y con encanto incorporando matices refinados y audaces. Por eso el título del cuarto disco de Marcela Vale, aka Mahmundi, es tan apropiado y certero: entronca de manera admirable con el concepto nietzscheano del eterno retorno del que está sacado el "Amor fati" como querencia en el destino (tanto sentimental como comercial), aquí enhebrado con palpitación contemporánea.






“Meia noite nossa bossa nova / Meio dia Carnaval” canta con registro de equilibrista en "Amanhã", el preámbulo de "Amor fati", como metáfora de un amor incondicional y soberbio nadando en raíces preceptivas. "Versos Não", versión de su paisano Qinho, y que este incluyó en su debut de 2009 "Canduras", está recubierta de una sensualidad que apenas se intuía en el original, destapándose como uno de los momentos cardinales del disco gracias también a esa firme e impecable caligrafía funk. "Sem Necessidade" -con Tagua Tagua, curtido en un bedroom r&b que cualquier día puede dar la sorpresa- mezcla con talento el chill-out con el sonido urbano. "Brisa 22"o "Pera Aí" se dotan de una carnalidad inusitada a través de los sintetizadores juguetones que las comandan, y "Noites Tropicais" apuesta como ninguna otra por la estilización formal de los años ochenta.

Mahmundi, junto con Duda Beat, es hoy por hoy quien mejor recoge y traslada la idiosincrasia brasileña a la pista de baile (¿hypersamba?), con una clase además con la que en otras latitudes apenas pueden ni soñar: por eso los de aquel país, cuando dan con la clave, son y serán un mundo aparte. Y Marcela Vale, ahora sí, ha dado con el quid de la cuestión, y en toda la diana.

miércoles, 4 de octubre de 2023

Oilly Wallace, "Flowers of Your Youth"






Como bien dice mi amigo Miguel, que me descubrió este sugestivo álbum, "Flowers of Your Youth" es "sophisti radical". Esto es: una decidida y encendida apuesta por la elegancia y la etiqueta, sin miedo a caer en la afectación sin red o en el escarnio. Ir con todo, poner hasta el cuerpo en la empresa.

El saxofonista danés Oilly Wallace ostenta ya una larga experiencia en grupos jazzísticos instrumentales, así como una fructífera colaboración discográfica con el guitarrista Johannes Wamberg, poco menos que su mano derecha también en este, al parecer, primer muestrario de Wallace como cantante que viene a ser "Flowers of Your Youth".







Es escuchar la canción que da título genérico al disco, y que abre el mismo, y retrotraernos sin dudar al imperecedero "Whose Side Are You On?" de Matt Bianco. Y eso es empezar con algo más que buen pie. La mezcolanza sincera y efectiva entre electrónica sedosa, ritmos ecuatoriales y jazz dulzón se ve colmada por un uso desprejuiciado del saxo alto que los más maledicientes tratarán de alinear con aciagos exponentes del mainstream tipo Kenny G.: no caigamos en esa elemental provocación, porque la sensibilidad de Oilly Wallace le exculpa y aleja manifiestamente de semejante comparación.

Otro plato fuerte de esta grabación, que no renuncia al intercalado con instrumentales, es la versión del "Arrivederci" de Umberto Bindi y Chet Baker que se popularizara a través de la voz del segundo. En ella Oilly Wallace ha apostado por una base sintética que da brillo y esplendor a la melodía nocturna y afectiva del original.

Un disco que supura distinción, que deja un regusto cómplice desde la primera toma de contacto.

martes, 3 de octubre de 2023

Ava Rocha, "Nektar"






La hija menor del director más prestigioso de la historia del cine brasileño, Glauber Rocha -considerado el principal precursor del Cinema Novo, esto es, del neorrealismo intelectual de aquel país- se ha marcado un disco -el tercero en solitario: hubo antes otro con formato de grupo a nombre de AVA- lo suficientemente caleidoscópico y entonado para sumarse sin reservas a nuestros favoritos del año.






Con una atractiva portada que hará las delicias de los fans de pintores como Mark Ryden o Ray Caesar y que sirve de sparring a los sonidos incluidos -los cuales se mueven entre la inmediatez pop y un refinado aguijoneo vanguardista-, Ava Rocha ha perfilado dentro de "Nektar" una colección de canciones vivas y juguetonas, entronizadas con inusitado acomodo en sus bethanianas dotes vocales. Es MPB que no duda en sostenerse en la electrónica, pero sin aspavientos ni engorrosos arreglos de digestión fácilmente olvidable. Samba preceptora -"Longe Longe de Mim", "Barcos nos Pés-, funk carioca de descarada pronunciación -"Lua Absurda"-, sofisticación innata -"Coração Envenenado"-, secuencias agrestes -"On/Off", "Seringueira da Veia" y un tempo lento que pide a gritos una versión de Caetano -"Asas de Aluguel"-. Se despide con el himno "Beijando Todos Vocês", de firme toma de postura izquierdista ("Um beijo pro Lula, pra Cuba, pra luta"), que pretende pasar página lo antes posible respecto a la infausta noche bolsonarista.

viernes, 29 de septiembre de 2023

Guy Cabay, "Cabaycédaire"






El rescate de este año, dentro del ámbito del jazz, no es ninguna fantasmada free con coartada avant-garde, sino un encantador compendio de las dos primeras grabaciones importantes del xilofonista, pianista y cantante belga Guy Cabay, acontecidas a finales de los años setenta del siglo pasado. Las características más destacadas de este artefacto, bautizado como "Cabaycédaire" son, por un lado, la inusitada fascinación por la música brasileña -de la que Cabay se enamoró irremediablemente ya en su juventud- y, por otro, la apuesta por interpretar en el idioma valón -lengua muy minoritaria en Bélgica en las últimas décadas- todas las piezas incluidas.

El resultado de la convivencia de las canciones más destacables de "Tot-A-Fêt Rote Cou-D'zeur Cou-D'zos" y "Li Tins, Lès-ôtes Èt On Pô D'mi" subyuga, empezando por el baroque pop afrancesado de "Li Sabat d'Sinte Mére l'Oto", con maneras de marching band en "Li Robaleû", siguiendo con las zambullidas en la bossa nova -"A m'vwèzène", "Pôve Tièsse"-, la nana -"Dji m'distoûrne di m'vôye"- o en el lado gainsbourgiano que, mayormente, domina el disco "Lins Tins". Cabay consigue que la declamación se mueva entre lo naif  y lo granuloso (en esto último recuerda a algunos intérpretes de la era clásica de la poesía cantada polaca, que tanta influencia tuvieron igualmente de la chanson, del samba o del folk anglosajón) con absoluta naturalidad. Precisamente, al menos en lo que respecta a "Tot-A-Fêt", primero de los discos, es el lado más folk el que queda un tanto infrarrepresentado en "Cabaycédaire", al no incluir piezas igualmente exquisitas de aquel disco como "Obzèkes" o "Dji m'dimande".






"Cabaycédaire" ostenta, finalmente, unas notas elogiosas por parte de dos pesos pesados del pop francés como son Louis Philippe y Bertrand Burgalat (casi nada) que no dudan, como nosotros, en recomendar encarecidamente este bella indagación en la calidez del trópico por parte de un centroeuropeo apasionado por confrontar sus ascendencias sureñas.

Los discos originales, por cierto, y descartadas sus reediciones íntegras en formato físico, conocerán una revaluación completa en el digital. Se mire por donde se mire, pues, no hay excusa.